Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






domingo, 21 de septiembre de 2008

LA LÁMPARA DE DIÓGENES

Diógenes*, el más grande de los cínicos**, sólo admitía tener lo indispensable.

Cuentan que un día, viendo que un muchacho tomaba agua con las manos, comprendió que no necesitaba su jarro y lo arrojó lejos. Su comida era sencilla. Dormía en la calle o bajo algún pórtico. Mostraba su desprecio por las normas sociales comiendo carne cruda, haciendo sus necesidades fisiológicas, manteniendo relaciones sexuales en la vía pública, y escribiendo a favor del incesto y el canibalismo.


En una oportunidad salió a una plaza de Atenas en pleno día portando una lámpara. Mientras caminaba decía:
«Busco a un hombre.»
«La ciudad está llena de hombres», le dijeron.
A lo que él respondió: «Busco a un hombre de verdad, uno que viva por sí mismo [no un
indiferenciado miembro del rebaño].»



Bien vale la pena tomar este concepto de Diógenes "Busco un hombre" para revalorarnos como sociedad, como comunidad, como familias y como personas.


Aprendemos de todo en la televisión mexicana.
Oimos de todo en el radio AM y FM.
Y no tenemos más que salir a la calle para rematar este aprendizaje. Y volvernos así "parte del rebaño". Y actuar como los individuos que forman al rebaño: ¡como borregos!


Debiera ser consigna diaria portar una lámpara, pero no mirando hacia los otros, sino mirándonos a nosotros mismos para así alumbrarnos y buscarnos, y conseguir encontrar lo que el Cínico buscaba.




*Nació en Sínope, en la actual Turquía, en el año 413 a.C. Por cuestiones económicas fue desterrado de su ciudad natal, hecho que tomó con cierta ironía: «Ellos me condenan a irme y yo los condeno a quedarse.» Fue así que anduvo por Esparta, Corinto y Atenas; se hizo discípulo de Antístenes. A partir de entonces adoptó la indumentaria, las ideas y el estilo de vida de los cínicos.

**al parecer el término deriva de Cinosargo (que significaría algo así como «perro ágil»), y que sería el nombre del lugar en el que Antístenes abrió la escuela donde enseñaba esta filosofía (si es que fue el fundador de la misma) y en el que inició sus enseñazas en el ideal de una vida lo más acorde posible con lo natural, que cristalizaría en el proyecto de retorno a la naturaleza; o, al menos, lo que ellos entienden por tal. Ese ideal de vida conduce a los cínicos al desprecio de las convenciones sociales, lo que les lleva, al mismo tiempo, al cuestionamiento de las normas y costumbres de la ciudad.

No hay comentarios.: