Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






martes, 16 de septiembre de 2008

EL DESFILE MILITAR

Pienso que no hay cosa que más impacte a un niño o a un jovencito que un desfile militar.









La vista de la marcialidad, los uniformes, los hombres todos moviéndose a un solo tiempo, las armas todas alineadas, el despliegue de grandes armamentos en carros, tanques, ruedas, animales, es apabullante. Los colores influyen también:
verdes, grises, negros, azules y blancos en contraste que impresionan.

El paso marcado por los tambores del fondo a los que acompañan, no necesariamente, marchas tocadas por las bandas, y que nos recuerdan aunque no lo hayamos vivido, etapas de lucha sangrienta en las que se gana o se pierde, pero en que la lucha se vive con valor.
Los caballos, los perros, los hombres, las mujeres, los uniformes, la tecnología, el sentimiento, el sudor, el sol abrasador, todo, todo se conjuga para hacernos sentir partícipes de algo que, a veces, se nos antoja muy lejano pero que, sabemos está ahí para hacernos sentir seguridad.




Al menos para eso están el Ejército y la Armada en México.




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