Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






viernes, 13 de junio de 2008

LOS PERIÓDICOS

I
UNA ILUSIÓN
Creen algunos que, con respecto a los países donde está en vigor la libertad de imprenta, no es muy difícil encontrar la verdad, porque, teniendo todo linaje de intereses y opiniones algún periódico que les sirve de órgano, los unos desvanecen los errores de los otros, brotando del cotejo la luz de la verdad. "Entre todos lo saben todo y lo dicen todo: no se necesita más que paciencia en leer, cuidado en comparar, tino en discernir y prudencia en no juzgar". Así discurren algunos. Yo creo que esto es pura ilusión; y lo primero que asiento es que , ni con respecto a las personas ni a las cosas, los periódicos no lo dicen todo, ni con mucho, ni aún aquello que saben bien los redactores, hasta en los países más libres.
II
LOS PERIÓDICOS NO LO DICEN TODO
SOBRE LAS PERSONAS
Estamos presenciando a cada paso que los partidarios de lo que se llama notabilidad la ensalzan con destemplados elogios, mientras sus adversarios le regalan a manos llenas los dictados de ignorante, estúpido, inhumano, sanguinario, tigre, traidor, mounstro y otras lindezas por este estilo. El saber, los talentos, la honradez, la amabilidad, la generosidad y otras cualidades que le atribuían al héroe los escritores de su devoción, quedan algo alejadas con los cumplimientos de sus enemigos; pero, al fin, ¿qué sacáis en limpio de toda esta baraúnda?... El resultado es andar a tientas, y verse precisado o a suspender el juicio, o a caer en crasos errores...
III
LOS PERIÓDICOS NO LO DICEN TODO
SOBRE LAS COSAS
Hasta en política, no es verdad que los periódicos lo digan todo... Cuando se escribe en público, hay siempre algunas formalidades que cubrir y muchas consideraciones que guardar; no pocos dicen lo contrario de lo que piensan, y hasta los más rígidos en materia de veracidad se hallan a veces precisados, ya que no a decir lo que piensan, al menos a decir mucho menos de lo que piensan. Conviene no olvidar estas advertencias si se quiere saber algo más en política de lo que anda por ese mundo como moneda falsa...
Tomado de: Balmes. Jaime L.: El Criterio; Ed. Sopena; Argentina, 1940; pags. 38-40

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