Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 30 de octubre de 2008

OSCURIDAD

A los niños, a muchos, les da miedo la oscuridad. ¿Por qué? No lo sé. Y hay que dejarles entonces una lucecita prendida para que se sientan acompañados.
Claro que hay mamás que no toleran esto y simplemente apagan la luz y cierran la puerta ordenando dormir. No sé qué pensará entonces el niño que es así tratado. Si simplemente obedece la orden o, en un intento de conciliar el sueño y no poder hacerlo, se imagina cosas o inventa historias hasta que logra cerrar los ojos y dormir.
A muchos adultos les da miedo la oscuridad. ¿Por qué? No lo sé. Y hay que dejarles la luz prendida, la tele prendida con el timer puesto y el radio puesto a cierta hora para que los despierte por si acaso les llegó el sueño cuando ya la habitación estaba a oscuras y ellos no se dieron cuenta del hecho.
Claro que a un adulto no hay quien le ordene dormir. Y aunque haya alguno, ni le hacen caso.
La oscuridad, ahora que lo pienso, es necesaria en nuestras vidas.
Es un "bien" necesario, aunque no lo reconozcamos.
¿Habías pensado en ello?
Sin oscuridad no podríamos dormir. Ésta es necesaria para conciliar el sueño y descansar, y reponer el desgaste del cuerpo, y aunque podemos dormir con luz, es necesario que haya oscuridad para descansar verdaderamente.
Sin oscuridad no tendríamos oportunidad de ver la Luna en todo su esplendor, cuando está llena y cubre e ilumina una parte de la noche con esa luz tan especial, casi fantasmal que nos invita a caminar en noches tan iluminadas.
Sin oscuridad no veríamos las estrellas. Nadie nos hubiera dibujado las constelaciones. Nadie nos hubiera dicho que por ahí andan los Reyes Magos y señalándonos la constelación de Orión nos hubiese platicado hermosas historias que alimentaron nuestra creencia infantil en lo posible.
Sin oscuridad no habría cine. Bueno, habría cine, pero la proyección no funcionaría. Y obviamente las presentaciones de PowerPoint deslucirían mucho.
Sin oscuridad los enamorados no podrían decirse tantas cosas y hacer otras más.
Sin oscuridad no existirían las oraciones en algunos templos de aquéllos que hacen guardia nocturna junto al Santísimo Sacramento.
Sin oscuridad no se disfruta igual el teatro, el ballet, un concierto, la presentación de un artista.
Sin oscuridad (más o menos) no existirían las serenatas y las conversaciones a media voz de aquéllos que bien se quieren.
Sin oscuridad no se podrían revelar las fotos y por tanto descubrir la magia de la imagen impresa sólo por el paso de la luz.
Sin oscuridad no hubiera escrito Neruda "Puedo escribir los versos más tristes esta noche..." y Federico Chopin no hubiese creado para piano su "Nocturno".
Sin oscuridad, en fin, yo no estaría escribiendo aquí, tan noche, cumpliendo con mi deber semanal que tanto me gusta.
Ellos, te pueden iluminar en esto de la oscuridad:

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