Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






domingo, 9 de noviembre de 2008

CUANDO ELLOS VUELVEN

Oigo, tranquilamente el "Claro de Luna" de Claude Debussy.
Piano sereno, que invita al pensamiento, a la reflexión, al análisis. Invita también a los recuerdos bellos. Eso es lo que tiene la música del Romanticismo: la invitación.
Y me ha invitado también a escribir sobre ellos. Sobre los hombres, lo uso en plural, pero que para cada mujer es uno solamente: ése que ha dejado su huella en nuestra vida.
Y es sólo uno.
Es ése especial. Ése que, aunque pasen los años, los hijos, los recuerdos, las alegrías y las penas sobresaldrá en ciertos momentos y nos arrancará una sonrisa, leve y apenas perceptible, pero de un gran significado.
Estoy cierta que en la vida de cada quien hay alguien.
Y cuando ese alguien es sólo recuerdo, es sólo pasado, pues así se queda. En eso: sólo recuerdo, sólo pasado.
Pero cuando ese alguien vuelve realmente a nuestra vida, todo se cimbra.
Y más si vuelve como si nada hubiera pasado. Como si los años no contaran. Como si las angustias, las sonrisas, los afanes y las arrugas no hubieran marcado la vida.
Hay algunos hombres que después de muchos, muchos años regresan sonriendo, saludando y preguntando solamente "¿cómo has estado? ¿cómo te va?". Y te saludan de beso, tan animosos como si apenas ayer los hubieras despedido. Y se sientan, y platican y sonríen. Y luego se despiden esperando volver mañana reanudando algo que al parecer, han dejado inconcluso.
¿Por qué vuelven? ¿Por qué...? ¿Qué buscan? ¿Qué quieren?
¿Qué no saben que si se fueron y abandonaron un camino al lado nuestro es porque así lo decidieron?
¿Qué esperan? y ¿para qué?
Son muchas las preguntas. Demasiadas.
Las respuestas dan vueltas en mi cabeza sumiéndome en un torbellino del cual quisiera salir y no estoy muy segura de hacerlo de manera limpia.
En fin, al tiempo...

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