Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 25 de octubre de 2007

THE NEW NECKLACE

Hoy te pido que veas este cuadro en forma detenida. Pon atención a lo que la mujer a la izquierda, la que está sentada de manera displicente hace. Mira lo que la de la derecha, la del vestido verde, hace. Observa sus actitudes. Ve también cómo están vestidas e imagina...
Porque lo que te voy a contar tiene mucho de cierto:



La mujer de la derecha es Lady Chaterley, la de la izquierda es Lady Carnavon. Ambas mujeres burguesas en una Inglaterra que a finales del siglo XIX vivía prósperamente. Una Inglaterra que era dueña de los territorios y mares de gran parte del mundo, que exportaba mercancías, ideas y formas de vivir, al menos a toda Europa y gran parte de Asia y África. Estas mujeres representan esa prosperidad no sólo en su ropa, sino también en el mobiliario y hasta en sus rostros. Y ambas mujeres nos cuentan a través de este cuadro, su momento: el nuevo lazo que hay que ponerse en el cuello, la nueva gargantilla.
Está hecha ésta con un fino listón de seda traído de el Oriente lejano. Ahí el joyero ensartó artísticamente un broche que podía utilizarse también como prendedor o como peineta en el pelo. El broche, en forma de loto, pequeño, como de unas 3 pulgadas de alto, es de amatistas y, en el centro tiene una perla negra traída de una excavación en Egipto (tomada subrepticiamente de la tumba de una reina de la XI Dinastía, de entre la cantidad incontable de ofrendas que tenía), y que Lord Carnavon pudo sustraer y llevar a Inglaterra metida en su bolsa de tabaco cuando regresó de su última excavación en el Valle de los Reyes.
Pues Lady Carnavon está recibiendo la joya recién montada, recién traída por el joyero. Pero tal pareciera que no le importara tenerla. ¿Te das cuenta cómo la recibe? Fíjate en su rostro.
Pues te platicaré el por qué de esta actitud: Lady Carnavon se enteró hace un par de noches que su esposo, Lord Carnavon, la engaña. De hecho no es la primera vez que lo hace. Pero ella está harta. Porque también cada vez que ella descubre el engaño, a los pocos días llega una alhaja magnífica a sus manos. Ella está harta, ahora más que nunca porque, aparte, está esperando otro hijo y ya no está dispuesta a seguir con estos engaños. Es más, pensaba ya en demandar a Lord Carnavon y pedir el divorcio, pero al enterarse del embarazo, su madre le aconsejó que no lo hiciera. Su padre fue del mismo parecer.
¿Y por qué hasta ahora Lady Carnavon quiere demandar el divorcio? ¿Por qué no lo hizo al primer engaño? ¿o en los siguientes? ¿por las alhajas? ¡No! Ella viene de una familia de banqueros, muy ricos, que tienen fortuna no sólo en Londres, sino también en la India y algunas posesiones en América.
¿Entonces?
Pues Lady Carnavon hoy se ha enterado con quién la engaña su esposo. Y no está dispuesta a tolerar más.
¿Sabes con quién?
Lord Carnavon la engaña con James, el mayordomo.

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2 comentarios:

Itaka dijo...

James era el mayordomo o el chofer?

jaja.
Me gustó.
Un saludo

rolando dijo...

je si yo fuera esposo de Lady Carnavon no la dejaria... FELIZ DIA DE MUERTOS!!!