Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






viernes, 12 de octubre de 2007

ALGO FUERA DE LO COMUN

─ ¡Rápido! ¡más rápido! ─ me decía mi compañero. Yo corría apresuradamente, pero al parecer, no me movía.
Esa pesadez no me permitía mayor velocidad.
Él empezó a impacientarse. Lo veía claramente porque a través del visor de su casco espacial pude ver que el vidrio se empañaba. Estaba ansioso y me seguía apresurando.
Miraba él para un lado y otro. Volteaba a verme luego a mi y volvía a gritar.
─ ¡Apúrate, si no, no llegamos!
Yo hice un último esfuerzo y salté. Pude librar al fin el obstáculo del montículo de arena.
Corrí tras de él esforzándome cada vez más, hasta que lo alcancé.
Él tomó mi mano y empezó a jalarme. Yo ya daba tumbos, o casi...
Alcanzamos al fin el módulo. Entramos y cerramos rápidamente el acceso. Verificamos que todo estuviera funcionando correctamente y que todas las posibles entradas quedaran verdaderamente cerradas y selladas con los sistemas de seguridad diseñados para uno de estos casos. Nos reportamos al Mando y sentimos un fuerte tirón.
Era el despegue.

A lo lejos pudimos observar el gran montículo en forma de Reloj de Arena que habíamos librado y por el que nos habíamos aventurado saliéndonos de nuestra ruta, arriesgándonos no sólo a una muy fuerte llamada de atención, sino incluso a que nos retiraran los permisos de exploración.

Bueno, ya tenía Juan lo que quería: pasto

No hay comentarios.: