Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 3 de abril de 2008

UNICORNIO (2)

Debido a Remedios Varo...
La vimos aproximarse desde muy lejos, salir del rincón más denso y alejado del bosque. Bajó la montaña caminando por el sendero de piedras rojizas. El aire elevaba su cabellera color zanahoria y su vestido blanco vaporoso. El recorrido que tuvo que hacer para llegar hasta nosotros fue tan largo que en momentos tenía que detenerse a comer zarzas de los arbustos o a beber un poco de agua fresca de algún manantial.
Cuando la distancia nos permitió distinguir los rasgos de su rostro, detuvo su carrera para tomar aire y hacernos señas con la mano. Supimos que toda ella era pálida y hermosa.
Cuando por fin nos tuvo enfrente nos sonrió y nos miró lentamente uno a uno, mientras nosotros no dejábamos de asombrarnos de haberla visto llegar.
-¿Han visto ustedes mi unicornio? - finalmente se atrevió a romper el silencio.
Uno de nosotros venció el estado de estupefacción y negó con la cabeza.
-Tal vez se fue por allá -se respondió ella misma, al tiempo que señaló el corredor de la izquierda.
Estábamos a punto de verla correr en esa dirección cuando reaccionamos:
-¡No! ¡Espera! ¡Tú no eres de aquí, regresa al cuadro!
-No puedo, tengo que encontrar mi unicornio.
Y diciendo esto la vimos desaparecer por los pasillos del museo.
(cuento de Fabiola Figueroa, en Argos (Narrativa)

1 comentario:

Al6665 dijo...

¡Qué hermoso, me encantó!

Saludos!!