Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






miércoles, 12 de agosto de 2009

GOOOOL

Eran casi las cinco de la tarde, creo...; porque no traía reloj.
Iba subida en la micro, por Coyoacán, disfrutando de una tarde soleada hermosa y pasando por las calles del Centro de esa Delegación, cuando de pronto, se oyó un grito, que cubrió el entorno: "¡Gooooool!" y el eco repartió el grito por el lugar, y lo llevó por todos lados.
Nosotros (los pasajeros y el chofer de la micro) veníamos oyendo unas"duranguenses", bastante malas por cierto, pero pues ni modo de decirle al chofer "¡ya cámbiale!" La verdad los choferes de las micros en la Ciudad de México no se caracterizan por su buen gusto musical (ni en selección, ni en volumen).
Pero, bueno, como venía escribiendo, el ¡gooool! coreado no sé por cuántas voces salidas de todos lados inundó el espacio.
Y al mismo tiempo salió un joven saltando de la taquería/cervecería donde estaba, y pegó unos saltos que ya los quisieran muchos para sus momentos más felices. Los brazos en alto, la cara sonriente, corría de un lado a otro lleno de un gusto inmenso, de una sonrisa que no le cabía en el rostro. Varios, nos lo quedamos mirando, y él, en respuesta, volvió a gritar "¡goool!, ¡goool! ¡goool! ¡ya van dos a uno!" y corrió nuevamente de un sitio a otro y levantó nuevamente las manos mostrando con sus dedos el marcador.
El chofer de la micro apagó inmediatamente su música ("¡qué bueno!", pensé) y puso el radio para oir las incidencias del juego. Faltaban diez minutos para que terminara el partido y sólo había que esperar el final para decir que "México le había ganado a los Estados Unidos".
Ya no me enteré de más.

Cuando llegué a casa me dijeron que "¡México le había ganado a Estados Unidos!" con una sonrisa de todos.
Y después ¿qué viene?
Pensé en el Ángel de la Independencia.

Las noticias de la noche no me permitieron equivocarme: los gustosos capitalinos fueron a festejar el triunfo al Ángel.

¡México le ganó 2-1 a Estados Unidos!

¡Fabuloso!


Ya no importa que hoy en la mañana nos hayamos despertado con la noticia de que México no tiene dinero para nada (eso dijo Carstens) y que la única solución para conseguirlo es subiendo impuestos y quitando subsidios.
Tampoco importa que no haya agua en el Distrito Federal y que el racionamiento vaya a ser de 30% (simplemente ayer en mi colonia no hubo ni gota por varias horas y no nos avisaron).
Mucho menos importa que en México se paguen las tarifas más altas a nivel de telefonía fija y móvil dentro de los países de la OCDE.
Ni importa tampoco que tengamos el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil. Y que las vacunas para el rebrote de la influenza no alcanzarán ni para la décima parte de la población del país.

¿Saben qué...? ¡México le ganó a Estados Unidos 2 a 1 en el futbol!

Eso es lo que importa.

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