Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 5 de marzo de 2009

VIGILIA

Iniciar la Cuaresma en casa implicaba una serie de cambios familiares, de estilo de vida, personales, sociales.
Cuando se nace en una familia católica que gusta de observar los preceptos de su credo religioso, es muy difícil y complicado, al menos en principio, sustraerse a ciertos ritos y/o comportamientos que se deben observar por pertenecer a este credo.
¡Y la Cuaresma es una fecha importante!
Iniciar con el Miércoles de Ceniza y "guardar" la Cuaresma en muchos de sus ritos puede parecer absurdo para algunos, tedioso para otros, nada divertido para mi, pero todo un reto personal y relevante para mi familia.
Es una época, ahora lo recuerdo, de dejar de hacer cosas (como levantarte tarde, pelearte con tus hermanos, no contestarle feo a quien te habla), de iniciar nuevos comportamientos, de intentar mejorar algo del carácter personal y ofrecerlo a Dios. Y es más, sacrificar gustos, ¡verdaderos gustos!, (podía ser no comer dulces, dejar de oir cierta música, hablar por teléfono mucho rato), por esa temporada. Y todo esto, como significaba un sacrificio personal, se ofrecía a Dios.
Todo esto se hacía durante toda la Cuaresma.
Y los viernes de ella eran más significativos puesto que había que "observar la vigilia". O dicho de otro modo, no comer carne roja. Sólo pescado.
Yo siempre me pregunté ¿qué tiene la carne roja que no la puedo comer en viernes de cuaresma? ¿por qué sí he de comer pescado, o alguna otra carne que no sea roja? Nunca se me dio una respuesta coherente. Lo único que se me dijo es que porque así lo manda la Iglesia, así debe ser.
Yo, la verdad, nunca me conformé con esa respuesta. Y me dediqué a buscar alguna razonable.
Pero en el inter, pues no comíamos carne roja los viernes.
Y comíamos pescado, cocinado de distintas formas, y caldo de habas, y a veces pescado salado cocinado como si fuera bacalao, y ensalada de nopales, y yo que sé cuántas cosas más que se estilan por estos días, y que la verdad, se tarda mucho la cocinera elaborándolo.
Y se esparcían los olores por la casa.
Y salían otros tipos de platos, platones y aditamentos de los anaqueles de la cocina para mostarse en la mesa: la vinajera para llevar el aceite oliva que debe vertirse en el caldo de habas, los pedazos recortados y fritos de bolillo que acompañan a esa sopa, los canastos con sus servilletas bordadas que guardaban las tortillas recién calentadas para comer la ensalada de nopales que se servía en una ensaladera de barro y se presentaba con cucharas de madera hermosamente talladas. Y ahí veía uno en una explosión de colores el verdor de los nopales picados, con sus rojas rueditas de jitomate bola y su cilantro picado y su blanco queso panela rayado. Y también se veía la salsera con el chile recién molido (verde o rojo) invitando a través de su olor esparcido por la mesa a ponerlo sobre el taco de nopales o sobre el pescado que se presentaba en otro recipiente.
El agua de jamaica, de piña o de limón no podía faltar y se servía generosamente cada vez que se pedía. Recuerdo que se hacía mucha.
Y era realmente un gusto comer, aunque a mi muchos de los platos de este día no me gustaban. A la fecha no me gustan. Eso sí, los tenía que probar, al menos un poco, lo que para mí significaba un gran sacrificio.
Y así se cumplía la vigilia: comiendo pescado cada viernes.
Y después, terminada la cuaresma, pues retomábamos otras costumbres, y volvíamos a comer carne roja. Y el pescado se servía al menos en la mesa una vez a la semana, y no precisamente en viernes, quizá para no recordar las fechas. Quizá...
Actualmente sigo observando la vigilia. Al menos en eso de comer pescado los viernes. Y recuerdo cosas, Y añado otras a la vida familiar actual. Y saco, también, aditamentos de los anaqueles de la cocina para presentar la mesa de otra forma.
Otros y sus "Vigilias"

1 comentario:

Tu Gitana dijo...

Qué rico suena tu vigilia. En mi familia también se acostumbra pero últimamente menos que en otros años. Es cierto, es difícil romper con esas tradiciones teológicas con las que venimos viviendo desde que nacimos, las creamos o no.