Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 12 de julio de 2012

MIGUEL ÁNGEL DE QUEVEDO

Éste es el nombre de una de las avenidas más hermosas de la Ciudad de México, en Coyoacán.
Relativamente corta en extensión, tiene un camellón ancho, de los pocos disfrutables en esta ciudad. Con fuentes, esculturas, plantas, árboles, esta avenida invita no sólo a circular sobre ella, sino también a caminarla.
Pero hablo de esta avenida porque hoy, 12 de julio, se festeja en México el Día del Árbol. Y es precisamente el Ing. Miguel Ángel de Quevedo, llamado el Apóstol del Árbol, a quien se dedica esta hermosa vialidad.
Según leí, fue este hombre, nacido en una prominente familia mexicana de finales del Siglo XIX, quien con su ahínco, y aprovechando sus relaciones con José Ives Limantour, ministro de Hacienda de Porfirio Díaz, amplió los viveros forestales que él había establecido en Coyoacán (ahora llamados Viveros de Coyoacán) y logró también que Díaz se entusiasmara con su proyecto y acordara que el gobierno debía apoyar su proyecto. Quevedo, en el 2º. Congreso Internacional sobre Higiene Pública que se llevó a cabo en Berlín en 1907, escuchó con atención a los delegados que recomendaban la cración de zonas forestales protegidas alrededor de las ciudades.
Presentó varios proyectos conservacionistas forestales a Díaz, luego a Madero, a Huerta (a quien no le interesaron), a Carranza (a quien convenció de establecer al Desierto de los Leones como el primer parque nacional de México), y después de varios años de ardua y diversa labor, encabezó el Comité Mexicano para la Protección de las Aves Silvestres (1931), aunque su principal preocupación fue siempre la conservación de los bosques. Cárdenas lo invitó a encabezar el Departamento Autónomo Forestal,  de Pesca y Caza.
Miguel Ángel de Quevedo murió el 15 de Julio de 1946. Pocas personas saben quién es. Muchas personas reconocen su nombre, pero sólo como el de una avenida en la Ciudad de México


Foto: Miguel Ángel de Quevedo, circa 1930

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