
jueves, 30 de septiembre de 2010
MIENTRAS VIVIERA...

jueves, 16 de septiembre de 2010
LAS NIÑAS
LAS NIÑAS*
Tristísimo es asentar esta verdad: "Las niñas tienen vicios" {…} ¿Cuáles son los medios más adecuados para evitar estos vicios? Bien sencillos en verdad, y fáciles de practicar por las profesoras de las escuelas, quienes deben contribuir á la educación tanto como á la instrucción de la niñez. Los resumiremos así.
1º. No hacer distinciones favorables á las niñas que visten con lujo ó á las que son hijas de personas influyentes. Hacerles entender que las galas más preciadas de una niña deben ser el aseo escrupuloso de su persona, y el orden en los objetos de su uso. Llevar a su ánimo la convicción de que el ser distinguidas solo porque llevan un traje elegante, es mas bien un insulto para ellas, porque es valorizarlas solamente en lo que puede costar el vestido.
2º. Hacerles entender que las consideraciones que se les guarden, han de ser resultados de sus méritos individuales, de sus finas maneras, de su humildad para con los superiores y de su aplicaciones y aprovechamiento. Obligarlas á que respeten á sus compañeras por sus adelantos, y que, en vez de envidiarlas, traten de imitarlas, haciendo caso omiso de que sean ricas o pobres para elogiar sus méritos.
3º. Aconsejarles y hasta exigirles que en las horas que les dejan libres sus tareas escolares, se dediquen á aprender todos y cada uno de los quehaceres domésticos, sin que en ellos vean una degradación, sino el cumplimiento de un deber imprescindible.
4º. No consentirles amistad íntima con sus compañeras, y castigarles severamente las inconsecuencias cometidas y sobre todo los ridículos celos tan comunes entre las niñas que se dicen amigas.
5º. No dejarlas nunca solas en sus horas de recreo. Allí está el más grande peligro para esos séres interesantes y tan fácilmente desviados del camino recto por indolencia, descuido ó complacencias de quienes deben vigilarlas. Las niñas, cuando se les deja libres, se refieren unas á las otras las conversaciones escuchadas, se comunican las dudas sobre tal ó cual asunto que aguijonea su curiosidad ó despierta sus malicias; y de suposición en suposición, y de conversación en conversación, llegan las más de las veces a desgarrar el velo de su inocencia y hasta á despertarse pasiones impropias de su edad y siempre altamente perjudiciales para su salud física y para su higiene moral.
¡Oh maestras!: Penetraos bien la importantísima labor confiada á vosotras; vuestra influencia sobre la niñez debe ser eficaz para sembrar en su corazón las máximas de una sana moral de que debéis darles ejemplo. Necesitáis de abnegación y de caridad acrisolada para cumplir vuestra misión hermosa de engrandecer a la patria enseñando, y sobre todo, educando á la niñez.
*Matilde P. Montoya, "La Niña", en La Mujer Mexicana, 1907, p. 100
Tomado de: ROCHA, Martha Eva: El Álbum de la Mujer (Antología Ilustrada de las Mexicanas) Volumen IV/El Porfiriato y la Revolución; Instituto Nacional de Antropología e Historia; Colección Divulgación; 1ª. ed., 1991; pags. 42 a 45
Espero que los de Hablando-Ando hayan tenido tiempo de publicar ( y más en este día). Saludos a Efra, Jenny, Alonso, Sol, PV, Ixab, Nerak
miércoles, 15 de septiembre de 2010
MIGUEL HIDALGO
El Padre don Miguel Hidalgo y Costilla inició nuestra lucha por la independencia de la patria, pero no fue su precursor ni tampoco su consumador.
Hernán Cortés decía el primero: "… Esta tierra nosotros la hemos ganado, nuestra es; ya que el rey no nos la da, nosotros la tomaremos…" y sus adictos agregaban: "No es la tierra del rey sino de Hernando Cortés que la ganó".
También los frailes evangelizadores, Bartolomé de las Casas y Motolinía, con ánimo diverso del egoísta de don Hernando, propusieron al emperador, no una, sino varias veces, la independencia de la Nueva España: "…Porque tierra tan grande y tan remota no se puede gobernar bien de tan lejos…"
¿Y qué dijeron los ilusos hermanos González de Ávila al tener la osadía de querer independizar a la colonia de la metrópoli? "Alcémonos con la tierra y démosla al marqués, pues es suya…" Siendo resultado de la absurda aspiración y conspiración, que los hermanos Ávila fueron a la horca, y de don Martín Cortés, el hijo del conquistador, fuera deportado a España.
Asimismo, tres nobles de la Colonia, los condes de Santiago y De la Torre de Cosío, y el marqués de Guardiola, en 1775, en nota secreta que dirigieron al rey Jorge III de Inglaterra, le pidieron su valiosa ayuda para que apoyara un movimiento emancipador de la Nueva España contra la corona. La nota de referencia decía lo siguiente: "Sire: Es en nombre de la ciudad y del Reino de México, de quienes somos representantes que osamos tomarnos la libertad de implorar vuestra poderosa protección. Oprimidos y vejados por la corte de Madrid, ella nos hace sufrir diariamente toda clase de impuestos y malos tratamientos, el despotismo tiránico que viola la constitución y la libertad que nos son debidas, y nos coloca en la condición de viles esclavos de la costa de Guinea…"
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El Licenciado don Francisco Primo de Verdad decía (1808) ante el cabildo de la capital del virreinato, "que aunque las autoridades del gobierno eran muy dignas de respeto, no eran el pueblo mismo y el gobierno de Nueva España debía ser para sus naturales", declaraciones entonces temerarias, que lo llevaron a la muerte.
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El padre Hidalgo oyó las clarinadas de Norteamérica, de la toma de la Bastilla, de la Declaración de los Derechos del Hombre en Francia,… y se conmovió hasta lo más hondo de su ser: y por eso en su Despertador Americano, que publicaba en Guadalajara, propagó, con la precaución y habilidad que eran precisas y en él características, los hechos, comentos e insinuaciones relativas a la situación política del mundo.
Las ideas de los "enciclopedistas" encabezados por Diderot y D'Alambert, e integrada por una falange de pensadores: Voltaire, Buffón, Montesquieu, Condorcet, Turgot…. llegaban a Nueva España, filtradas con el más cuidadoso sigilo, a manos del señor Hidalgo, que estaba al cabo de las corrientes luminosas del pensamiento francés, que también le sirvieron para consolidar en su bien preparado espíritu, su ya firme y decidida resolución de llevar a cabo la independencia de México.
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Hidalgo sabía que era el hombre que la patria necesitaba para su eclosión autonómica. Él conocía sus valimientos personales y era sabedor consciente de las grandes ventajas que reportaría a la causa su intervención personal, y por eso encabezó la epopeya.
Tomado de: FABELA, Isidro: Paladines de la Libertad, Ed. Populibros "La Prensa"; México, 1958, D.F.; pags. 17, 18, 23
sábado, 4 de septiembre de 2010
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