DEJARSE LLEVAR

¡Al fin se acercó a mi! Tanto tiempo deseándolo, tanto tiempo…
Se inclinó caballerosamente frente a mi y extendió su mano preguntando
─ ¿Me concede este vals?
─ Sí─ contesté y puse mi mano sobre la suya.
─ Oiga. Pero…. Yo no sé bailar. Me apenaría mucho que…
─ ¿…me pudiera pisar? Ja. Ja, ja. No se preocupe. Esto es de lo más fácil. Simplemente usted debe dejarse llevar. ¡Hágalo, sólo hágalo!
Y entonces él, con un movimiento leve, suave de sus dedos aprisionó mi mano y me llevó unos pasos adelante. Me ciñó la cintura y empezamos a bailar.
Un, dos, tres. Un dos tres…
Yo sólo me dejaba llevar.
Un, dos tres. Un dos tres…
La música sonaba a lo lejos. No se oía nada más que eso y nuestros pasos. Un dos, tres. Un dos tres.
Había yo deseado tanto ese momento. Lo había deseado por tanto tiempo. Al fin mi deseo se concedía. ¿Por cuánto tiempo? No lo sé… Lo importante es que estaba yo con él. Estaba entre sus brazos. Dejándome llevar en ese rítmico vaivén que es el vals. Un, dos, tres. Un dos tres.
Oí muy cerca de mí sonar las campanadas del reloj marcando la “media”. No importa, me dije, todavía hay tiempo. Lo que importaba en ese momento era que estábamos juntos. Lo que importaba era que estaba yo con él. Al fin lo podía sentir muy cerca de mi. Mi corazón palpitaba intensamente. Yo nada más cerré los ojos y seguí bailando.
Un, dos, tres. Un, dos tres… Así fue por algunos minutos.
Terminó la pieza. Nos detuvimos. Nos miramos y sonreímos. No nos movimos de ahí. Tampoco cruzamos palabras. Sólo nos mirábamos. Ahora inició otro vals. Él ya no preguntó; simplemente me vió y yo me volví a abandonar en sus brazos.
Un, dos, tres. Un, dos, tres.
Ahora sonaban los “tres cuartos”. Yo cerré lo ojos y sólo me concreté a seguir sus pasos. Sólo me dejé llevar nuevamente.
Esto que ahora bailábamos nos acercó un poco más… ¡Qué delicia! ¡Cuánto gusto inundaba mi corazón y todo mi ser! ¡Era maravilloso!
Empezaron nuevamente las campanadas del reloj.
Eso me sacó de mi deleite.
─ ¡No! ¡No! ¡Por favor! ¡que no suenen! ¡no!
En balde fue mi petición.
Él me soltó la mano, dejó de rodearme la cintura. Hizo una reverencia ante mi y me dijo:
─ Gracias. Ha sido un placer.
No esperó respuesta.
Se fue a su lugar. Se colocó muy firme en él. Y desapareció de mi vista ya que una pequeña compuerta se abrió para darle paso.
Y empezaron a sonar las campanadas del reloj: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis…
Yo tenía que irme rápido a mi sitio. Me coloqué donde debía y…
…siete, ocho, nueve, diez, once, doce.
se abrió una pequeña compuerta y salí. Salí a la parte frontal de la carátula del reloj donde vivo. Soy parte de la maquinaria de este reloj de salón. Y siempre que marcan las “seis” y las “doce”, él y yo salimos a la parte frontal de este aparato, damos un par de vueltas y nos volvemos a meter por nuestras respectivas compuertas.
La familia de la casa donde está este reloj se reúne para vernos salir cada vez. Y se deleitan con nuestro mecanismo. Se asombran de ver un par de muñecos de madera, finamente tallados dando vueltas e inclinándose por no sé qué maravillas de la mecánica y la relojería.
Yo dí una vuelta, siempre parada en mi base dentada de madera. Me puso el mecanismo enfrente de él. Él se inclinó frente a mi. Dio media vuelta y su base lo llevó al otro extremo y desapareció por su compuerta respectiva.
Yo me quedé ahí. Dí una vuelta más y el mecanismo me llevó nuevamente a mi lugar original en la parte trasera de este reloj.

Y ellos ¿por qué se Dejarán Llevar?
www.nataliamass.blogspot.com
www.alecuijedrama.blogspot.com
www.iltxem.blogspot.com
www.namabaga.blogspot.com
www.deliriosdeorizschna.blogspot.com
www.alonso6665.blogspot.com
www.itaka-666.blogspot.com
www.lunamujer.blogspot.com
www.anetauchita.blogspot.com
www.tugitana.blogspot.com