Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






miércoles, 28 de noviembre de 2007

LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2


DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Artículo 18:
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

jueves, 22 de noviembre de 2007

¿QUÉ HUBIESE SIDO DE MI SI...?

Sé que el "hubiera" no existe. Pero es bueno pensar en las múltiples posibilidades que existen ante un hecho determinado.
La decisión tomada hace que se camine en un sentido, uno solo, y es cuando se tiene la tentación de pensar en lo que no fue. Esto me lleva a plantear posibles "hubieras".
Ahí va la lista: "¿Qué hubiese sido de mi si...
"...viviera yo en casa de Mafalda?" Snoopy
"...no se me hubieran ocurrido tantos cuentos y platicárselos al Sultán?" Sherezada, la de "Las Mil y una noches"
"...me hacen caso y cuentan voto por voto, casilla por casilla?" Andrés Manuel López Obrador
"...no pierdo mi zapatilla de cristal?" La Cenicienta
"...me caso?" Sor Juana Inés de la Cruz
"...en lugar de lámpara maravillosa encuentro el tesoro de Alí Babá?" Aladino
"...me enamoro de la hermana de Julieta?" Romeo
"...a alguien no se le ocurre inventar el concepto de planeta-enano?" Plutón
"...nazco en el seno de una familia judía?" Adolfo Hitler
"...no pruebo la manzana que Eva me ofreció?" Adán
"...le hago caso a Pepe Grillo?" Pinocho
"...renuncio a ser el Emperador de Francia?" Luis XVI
"...no me paso al lado oscuro?" Darth Vader
Ahora, te invito a que leas los posibles "hubieras" de otros:

sábado, 17 de noviembre de 2007

EL RESPETO POR LA PALABRA

"El respeto por La Palabra sólo se da en quienes crecimos sabiendo que tenía el mismo valor que un contrato ante notario: de palabra se compraba, se vendía y se establecía el pago, y nadie de mi entorno dudaba entre la ruina económica o la pérdida de su credibilidad a la hora de cumplir un compromiso verbal.
Poco a poco, los usos comerciales cambiaron, se sustituyeron esas prácticas por la firma de contratos, letras y pagarés.
El respeto que testimoniábamos por el contrato verbal lo extendimos a la palabra escrita, hasta que comprendimos que una casta emergente, hijos de la burguesía cultiparla, se había especializado en interpretar y devaluar los compromisos escritos, porque sabían redactar contratos donde una coma cambiaba el sentido de las frases que creíamos nítidas.Y tuvimos que aprender a leer aguzando la comprensión, porque ese conocimiento gramatical hizo rico al abogado y al comprador que arruinaron a nuestros ancestros.
Luego, cuando los profesores y los programas de estudios dejaron creer que las reglas sintácticas y gramaticales son opinables, modas que pueden cambiar y variar sin menoscabo, supimos que nos estaban preparando para ser engañados y manipulados, para ser incapaces de comprender el valor y el significado de las frases, e incapaces de diferenciar al estafador de quien merece credibilidad. Una parva de botarates de una verborrea sin fuste ni base, escribió libros de Filología, de Semántica y de ficción con la misma falta de rigor, instituyeron el desbarajuste, y dan hoy fuerza normativa a la ignorancia.
Hemos llegado a ese momento fatídico en el que la denuncia pormenorizada de la estafa que cometen los que deberían ser máxima garantía, tribunal de última instancia del lenguaje, exige un grado de pundonor y heroicidad quijotesco, porque el común de los estudiosos con diploma universitario fueron adiestrados para valorar qué cargo, titulación y aplauso ostenta quien expone sus conclusiones. Y son incapaces, por lo tanto, de analizar con rigor, honestidad intelectual y criterio propio, las ideas.
Los escritores y los filólogos, alabados por la crítica y honrados con un sillón en la Real Academia Española, confunden el uso de las proposiciones en, desde y con, y el significado de entender y comprender, de oír y escuchar, de mirar, ver y percibir, y desconocen la función del modo y el tiempo verbales.
Los estudiosos que medran cerrando los ojos y el entendimiento para recibir la aprobación de quien paga su complicidad en el fraude, nos explican que eso no es lo que importa a la hora de valorar un texto".
Tomado de: LA GRAN ESTAFA.; de Manuel García Viñó; Ediciones VOSA, SL.

jueves, 15 de noviembre de 2007

miércoles, 14 de noviembre de 2007

jueves, 8 de noviembre de 2007

ÉXTASIS


El éxtasis de Santa Teresa, obra cumbre de Bernini, que con posterioridad fue criticada porque la expresión de Teresa parece más de orgasmo carnal que de éxtasis religioso.
Se encuentra en la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma, Italia.

jueves, 1 de noviembre de 2007

EL PEÓN DEL REY

El Rey Wilebaldo, de Navarra, tenía un perro muy querido al cual le puso por nombre "El Peón".
Éste no era un animal de raza. Era un perro nacido de quién sabe qué cruzas, pero que una vez visto por el monarca, lo recogió de la inmundicia en que vivía y lo llevó con él a su castillo.
Ahí fue bañado y acicalado. Le pusieron un collar de cuero y se ordenó que no lo ataran, como era costumbre en aquellos lugares.
Esto lo entendió El Peón, y cada vez que veía al Rey Wilebaldo salir, se le acercaba moviendo la cola con un gusto inenarrable. Saltaba, ladraba dando vueltas alrededor del señor feudal, le lamía las manos cuando él las acercaba, y lo miraba con ojos inquisitoriales subir a su caballo y partir. Y se quedaba ahí, parado, sin atreverse a seguirlo, sólo moviendo la cola.
Así permanecía por un rato y luego, se iba a su lugar y se echaba a dormir.
Siempre era así.
Cuando Wilebaldo se acercaba, El Peón levantaba las orejas y se ponía atento. Veía abrir los grandes portones de la fortaleza y empezaba a mover la cola, esperando ver entrar al hombre. Y vuelta a ladrar de gusto. Y vuelta a saltar y a intentar lamerle las manos cuando él las estiraba para agarrarlo ¡Cuánta alegría!
Siempre era así.
Un día Wilebaldo salió armado, más que de costumbre. Y salió con muchos hombres. El Peón se extrañó de ver tantos objetos juntos. Se hacía de un lado a otro intentando llegar a su querido amo. Pero lo reprendían. Él, de todas maneras, se las ingenió para llegar con Wilebaldo. Y de nuevo las fiestas.
Wilebaldo, esta vez, se arrodilló junto a él y, le besó la cabeza. El Peón se extrañó. Pero siguió moviendo su cola. Y vió partir a su amo. Y esperó, como siempre.
Pero esta vez esperó más días. Daba vueltas y vueltas y no escuchaba nada.
Hasta que oyó llegar a su amo. Bueno, al caballo en que su amo venía. Y empezó a ladrar de gusto, a saltar, y a intentar lamerle las manos cuando lo vió entrar. Pero esta vez, el amo no bajó del caballo.
Pero esta vez, las manos colgaban de manera muy rara en el flanco derecho del caballo. El Peón saltó para lamerlas. Lo hizo. Y no obtuvo respuesta. Wilebaldo llegó muerto.
El Peón, desde ese día, se paraba en la entrada de ciertas habitaciones del castillo esperando ver salir a su amo. Movía la cola. Ladraba llamándolo. Y al no obtener respuesta se echaba a la entrada de esas habitaciones a dormitar, a esperar....
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