Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 26 de noviembre de 2015

EN TORNO A UN DIARIO MODERNO

Siempre he considerado que tener un diario personal (ése que escribes en un cuaderno, que a veces está muy bien cerrado hasta con candado y que se esconde en un sitio especial) es un riesgo para quien lo escribe. Es un riesgo porque ahí, en el Diario, se plasma la intimidad de ese día, se es uno mismo, se escribe aquéllo que es sólo para uno. Y es un riego porque quien lo vea a uno escribir en el Diario puede, cuando no estamos, hurgar en él y enterarse de cosas que no decimos.
El Diario, es, en fin, una parte de nosotros.
Y tendría que desaparecer cuando la persona que lo escribe desaparece (o dicho de otra manera, se muere). Y por lo tanto, aquélla persona que empieza a hurgar sobre lo que la persona que ha muerto dejó en este mundo, tendría que tomarlo y sin abrirlo, destruirlo (yo diría, quemarlo).
Pero esto no siempre ha sido así.
Hay Diarios que han sido guardados después de la muerte de sus dueños y hay Diarios que hasta han sido publicados. Ejemplo de esto es:







El Diario de Ana Frank
El Diario del Che en Bolivia
El Diario de Samuel Pepys  (londinense que vivió en el 1600)
El Diario de Virginia Woolf
En nuestros días hay una manera moderna de publicar un Diario; eso se llama Blog. Con una ventaja, que el Blog es público. Y estoy segura que quien escribe un Blog sabe que éste es público y pudiera yo pensar que hay un dejo de exhibicionismo en el poseedor de un Blog, puesto que lo que se pretende es que "alguien lo vea".
La tecnología nos ha regalado una gran herramienta,  pero también esta herramienta nos ha quitado un tanto de nuestra privacidad.
No importa. Es parte de crecer.

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