Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






miércoles, 31 de diciembre de 2008

POR ESO Y MUCHAS COSAS MÁS... (26 de Diciembre de 2008)

─ ¡Apúrate, que llegaremos tarde...!
Volteó a verla nuevamente con ojos de ansiedad.
Ella, cansada verdaderamente, hacía lo posible por caminar a su ritmo. No podía más. Era demasiado y por más que hacía, no lo alcanzaba.
Él, a grandes pasos, pretendía cubrir el camino en menos tiempo, pero ella lo retrasaba. Y hoy, precisamente hoy, sentía que no llegarían a tiempo.

La presentación de la pastorela era ya en una hora. Y ya debían ellos estar ahí.

José Manuel iba vestido para la presentación: calzones y camisa de manta, un jorongo multicolor, un sombrero de palma y su huacal con muchas cazuelas de utilería para que no le pesara. Él hacía el papel de Bato, aquél al que tienta el diablo con comida y placeres cuando va camino al portal a adorar al niño recién nacido. Le habían dado el papel por su porte, ya que daba muy bien el tipo. También sabían que era muy dedicado y aprendía rápidamente los parlamentos.

Miriam, su esposa, con un embarazo avanzado que por su delgadez apenas se le notaba, haría el papel del ángel, aquél que guía a los pastores. La túnica disimulaba muy bien su preñez, así que no había problema. Ella también iba ya vestida; sólo que las alas y la aureola las llevaba en las manos y se las pondría en el momento. La habían elegido por sus hermosas facciones y su color de piel y su hermosa sonrisa en la que había hecho especial énfasis el director diciéndole que la mostrara en escena.

Al fin llegaron.

Todo estaba listo. Sólo faltaba esperar a que el telón se levantara. Y en esa espera se sentaron uno cerca del otro, nerviosos, ansiosos, felices por lo que estaban haciendo. Todo al fin, estaba listo.

Eso creían todos.

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