Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






sábado, 26 de septiembre de 2009

LA TARDE CON LOS AMIGOS

Fue toda una odisea entrar hoy al Centro.
No recuerdo haber escuchado o leído que iban a cerrar al tráfico vehicular la entrada al Centro Histórico. Y nos fuimos en coche al lugar donde nos reuniríamos a comer.
De haber sabido que estaba cerrado, hubiéramos dejado el coche en algún estacionamiento junto al Metro, y hubiéramos llegado hasta allá en la "limusina anaranjada".
Hicimos todo un ejercicio de voluntad de no enojarnos, de no ponernos de malas por este inconveniente, que cada día se vuelve cotidiano en la Región más Transparente.
Llegamos al sitio. Olvidado el inconveniente (o sea el tráfico) que nos retrasó por más de una hora, nos saludamos y nos dispusimos a pasar un buen rato.
Fue muy gratificante hablar de todo y de nada. Sonreir, bromear, estar con aquéllos que se quiere bien en una tarde fría y húmeda, pero benevolente hoy con los capitalinos.
Pocos son los tiempos que tenemos para reunirnos con los amigos pues siempre argumentamos otros deberes, ya sea familiares, laborales o de tiempo, y descuidamos a aquéllos que quieren estar con nosotros por el simple hecho de querer hacerlo. Porque sí, nada más porque sí.
Estas convivencias son pequeñas palmaditas a nuestra alma, pequeños abrazos a nuestro ánimo que debiéramos darnos más seguido para que cada día se nos abriera como una verdadera oportunidad de seguir adelante.

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