Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






miércoles, 10 de junio de 2009

2.LOS TRES PRINCIPIOS DE LA CABALLERÍA

Todo empezó ese día que salió por primera vez de su casa que estaba en aquel lugar de La Mancha, para cabalgar feliz por estar viviendo en esa "dichosa edad y siglo dichoso donde saldrán a la luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas, para memoria de lo futuro". Había resuelto los tres principios fundamentales de la caballería andante.
Primero, haberse llamado "don Quijote" y agregándole "de la Mancha", por ser ése su lugar de origen, como lo había hecho 'Amadis' , anexando el 'de Gaula' por haber nacido ahí. Nunca más se refirieron a él como don Alonso Quijada o Quesada, sino hasta el día de su muerte; el segundo, después de haberse mudado de nombre, fue cambiárselo a su caballo, al que le puso Rocinante "nombre a su parecer, alto, sonoro y significativo, de lo que había sido cuando fue rocín"; por último, , y no por eso menos importante, necesitaba tener una dama para cuando venciera a algún gigante "tener a quien enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora y diga con voz humilde y rendido 'Yo señora'..."
Había por ahí una moza llamada Aldonza Lorenzo y a ella fue a quien le pareció oportuno darle ese título de "Señora de sus pensamientos", y desde entonces Dulcinea del Toboso es una mujer cuyo nombre "músico y peregrino" es el símbolo del amor y musa de todas nuestras fatigas y desventuras en este mundo donde sigue habiendo tantas "sinrazones que enmendar".

Tomado de: Martín Casillas: Siete razones para leer a Cervantes; en Revista "Día Siete"No. 169; pag. 32

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