Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






jueves, 18 de febrero de 2010

MONIGOTE

A Don Efrén Salcido le gustaba llevar a sus hijos a las ferias regionales.
No importaba cuál fuera el motivo del festejo, él procuraba llevarlos y preparaba con su esposa, Doña Brígida, el paseo.
Tenían ocho hijos y esperaban el noveno cuando decidieron ir a pasar las fiestas de la Virgen en el lejano pueblo de los abuelos de Don Efrén.
Alistada la camioneta, subido el equipaje, cerrada la casa, emprendieron el viaje por carretera.

Acababa de inaugurar el tramo de la super-carretera el Presidente de la República: amplia, bien trazada, con curvas bien marcadas y no tan pronunciadas, el viaje se le hizo a toda la familia una bendición. Al menos los niños no lloraron tanto y pudieron los más grandecitos mirar con asombro lo que la tecnología y la economía boyante del país hacían por sus habitantes.
Don Efrén alababa a su gobierno. Doña Brígida movía la cabeza asintiendo y pensando que de seguir así el país, sus hijos, todos, tendrían un buen futuro.

Saliendo de la super-carretera en una desviación bien señalizada, empezaron a circular por los viejos "caminos reales", ahora pavimentados, pero mal trazados y tortuosos que se abrían paso entre los sembradíos de maíz y frijol. Algún ganado pastaba por ahí. Y aquí el camino se convirtió en angosto y lleno de hoyos haciendo que la camioneta saltara como si fuera de goma. Los niños se empezaron a impacientar.
Doña Brígida les daba naranjas peladas, algún caramelo hecho en casa o los invitaba a seguir durmiendo. Al menos los tranquilizó por un rato.

Se acercaban al pueblo. Lo supieron porque vieron la primera ermita. Don Efrén se detuvo y bajó a estirar las piernas. Lo mismo hicieron los hijos y Doña Brígida.
Siguiendo a su padre, los más grandecitos entraron con él a la ermita. Toda encalada y con techos rojos, sólo se veía un Santo Cristo al frente y un par de jarrones con flores a medio marchitar. Entraron todos y mirando al Cristo, fueron sorprendidos por una voz, desde afuera:
"¿Qué se les ofrece?" resonó la voz como en un eco. Todos voltearon y ¡qué susto! Delante de ellos estaba un monigote, un horrible monigote que, levantando las manos intentó tomar a uno de los niños. Pedrito, gritanto muy asustado, se lanzó inmediatamente a los brazos de su padre quien lo levantó y sonriendo le dijo que no se asustara.
El monigote empezó a reir, y esa risa, que se intensificaba por el eco que producía la máscara, aumentó el miedo del niño convirtiéndolo en pavor.
El monigote advirtió su error, y con las manos, difícilmente, se quitó la máscara. No era otro más que Julián, uno de los primos de Don Efrén, quien abrazó al recién llegado y "aplastó" en ese abrazo a Pedrito, quien no dejaba de llorar y se aferraba cada vez más a su padre.
Pasada la primera impresión, y riendo a carcajadas, los dos hombres se volvieron a saludar y Don Efrén presentó a los hijos que Julián no conocía. Charlaron alegremente Doña Brígida y Julián a quien ya rodeaban los hijos más grandes del matrimonio. Y le tocaban las manos enormes, los ropajes que en pliegues y pliegues envolvían a ese gran monigote, y le preguntaban cosas que él con una sonrisa, contestaba.
Pedrito fue el único que no se acercó. Se subió a la camioneta y ahí se quedó, mirando al monigote, recelando de él.
Julián se volvió a plantar la máscara y Pedrito comenzó a llorar. Julián se echó a reir nuevamente y se alejó no sin antes apresurar a Don Efrén a llegar al pueblo, donde empezaría una gran procesión en honor a la Virgen en la que verían una sorpresa: ¡más monigotes!
Pedrito oyó eso y siguió llorando.
Todos subieron a la camioneta y siguieron adelante.

Al fin llegaron al pueblo.
Y esto fue lo que vieron:


Los hijos de Don Efrén bajaron rápidamente de la camioneta y se acercaron a ver los monigotes ¡Sí que eran grandes...!

Pedrito se quedó en la camioneta y por más que sus padres hicieron , no quiso bajar.

Lee los "Monigotes" de Itaka, Alonso, Efra, Jenny, Sol, PV, Ixab, Nerak

lunes, 15 de febrero de 2010

LA SUPERNOVA DE TYCHO

Tycho (o Tyge) Brahe nació el 14 de diciembre de 1546 en Knudstrup, Escania; hoy Suecia pero entonces perteneciente a Dinamarca. Hijo del gobernador del castillo de Helsingborg, fue apadrinado por su tío Joergen.
En 1559 fue enviado a la Universidad de Copenhague para iniciar su educación. Estudió primeramente Derecho y Filosofía como correspondía a su condición nobiliaria y como procedía para acceder a sus futuros cargos estatales. Todo iba bien hasta que un suceso vino a cambiarle su orientación:
el 21 de agosto de 1560 Tycho Brahe observó un eclipse de Sol que le dejó completamente admirado. El muchacho, que no había cumplido los catorce años, acababa de sentir que los sucesos astronómicos le habían despertado un tremendo interés. Adquirió libros sobre Astronomía y leyó apasionadamente a Tolomeo.
Su tío Joergen observaba que la afición a la Astronomía de su sobrino tendía a alejarle del verdadero cometido nobiliario. La Astronomía no era una profesión adecuada para un noble así que le puso bajo la tutoría de Anders Vedel, uno de los grandes historiadores daneses. Para desgracia de su tío y para bien de la ciencia, el muchacho no dejaría su pasión por la Astronomía en ningún momento.

Tycho prosiguió sus estudios en distintas universidades, pasó por Wittenberg, Rostock, Basilea y Ausburgo. Aumentaba constantemente su colección de instrumentos astronómicos así como sus conocimientos matemáticos.
En 1565, durante su época universitaria, se batió en duelo con un joven danés como consecuencia de una riña que tuvieron por saber quien sabía más sobre matemáticas. El tiempo probablemente le dio la razón al astrónomo pero también le marcó con el puente de la nariz rota, puente que hubo que sustituir con una placa de metal realizada con oro y plata y que continuamente necesitaba untar con un ungüento.
Tras acabar sus estudios Tycho regresó a su Dinamarca natal.

El 11 de noviembre de 1572 volvía del taller de alquimia de su tío y en el camino hizo algo que muchos de nosotros hemos hecho en más de una ocasión: lanzar una mirada al cielo.
Quedó fascinado.
Observó en la constelación de Casiopea una estrella muy brillante, que incluso superaba el brillo del planeta Venus. Estaba asombrado; no se lo creía. Llamó a varios campesinos para que certificaran que su observación no era una ilusión.
La inmutabilidad de los cielos propuesta por Aristóteles indicaba que todo los cambios que ocurrían en el cielo se producían a partir de la esfera inmediatamente inferior a la Luna y eran considerados fenómenos meteorológicos. Esta doctrina llevaba siglos imponiéndose y por tanto una estrella nueva en el cielo era, cuando menos, incómoda. Plinio nos cuenta en su Historia Natural que Hiparco ─otro grandísimo observador─ vio un suceso similar en el año 125 a.C., pero, como correspondía a la doctrina aristotélica, fue considerado como un suceso atmosférico y no tuvo mayor trascendencia.
Los astrónomos de la época, encabezados por Brahe, creyeron que las líneas de investigación a seguir debían seguir dos rumbos: observar si la estrella se movía e intentar calcular su distancia. Observadores como Maestlin (antiguo profesor de Kepler) y Thomas Digges usaron hilos para demostrar que la estrella no se movía. Brahe, en cambio, usó un preciso sextante, llegando a la misma conclusión. Era un problema.

Tycho no sólo acababa de descubrir una supernova (que fue visible durante dieciocho meses y de la que hoy podemos ver sus residuos) sino que le daba un mazazo tremendo a toda la doctrina aristotélica.
Tycho comprendió que sus observaciones debían ser publicadas, aunque no era esto una tarea precisamente de nobles. No obstante Brahe lo consideró oportuno y publicó en 1573 un librito llamada "Nova Stella" en la que, además de indicar la inmovilidad de la nueva estrella, dio por primera vez el nombre de Nova a este tipo de estrellas
Tomado de una página sobre Tycho Brahe



El jueves, 4 de diciembre de 2008 en la página electrónica de BBC Ciencia, apareció esta noticia:
Resucitan supernova del siglo XVI
Ahora astrónomos del Instituto Max Planck en Alemania volvieron a captar esa "nueva estrella" que registró Brahe hace 400 años.
Utilizando telescopios en Hawai y España los investigadores captaron "ecos de luz" de la explosión original y ahora esperan poder desvelar el secreto del evento celestial que embelesó a los científicos del siglo XVI.

Tomado de BBC Ciencia

sábado, 13 de febrero de 2010

LA SORPRESIVA MUERTE

Si para algo no estamos preparados es para la muerte.
A pesar de que somos un pueblo que "se ríe" de ella, y nos la "comemos" en calaveritas de dulce y le hacemos a nuestros amigos y enemigos sus "calaveras", y buscamos caricaturas de ella, cuando la muerte llega nuestra familia, a nuestro entorno, nos cae de sorpresa.
Anoche murió mi Tía Tere.
Buena mujer de una paciencia enorme, de una sonrisa constante, de una voz dulce y melodiosa que hoy resuena en mi memoria, delgada, morena, siempre presente en nuestras vidas, hoy como respuesta a todo eso, no puedo estar presente con ella en este momento.
Ella, que me ve desde el buen lugar en el que estoy segura ya está, me dirá "No importa, Vickita, a veces no puede estar uno en todos los lugares" y reirá.

jueves, 11 de febrero de 2010

PRIMOS

Isaac y mi hermano son primos.
No porque los una algún parentesco, sino porque mi hermano fue novio por un tiempo de la prima hermana de Isaac, Amelia. Esto hizo que Isaac empezara a nombrar a mi hermano, "primo".
Después de varios meses el noviazgo no prosperó y cada uno siguió su camino.
Pero Isaac y mi hermano, que se siguieron viendo, se siguieron nombrando "primos".
Los primos se veían con frecuencia porque eran vecinos y ese trato se extendió a las dos familias: los hermanos de Isaac le decían a mi hermano "primo" y él, también, a veces, les decía primos. Nosotros, empezamos a nombrar a Isaac como "El Primo" y a sus hermanos, ya no por su nombre, sino por el de "hermanos del Primo". Pero como esta mención resultaba muy larga, también se les empezó a decir "primos".
Mi hermano y Amelia hicieron cada quien su vida.
Ambos se casaron y tuvieron sus hijos y, a la fecha, hasta nietos tienen.
Ellos ya no se ven. Es más, ni siquiera mi hermano ve a Isaac. Pero nosotros sí lo vemos de vez en cuando y a dos de sus hermanas y muy ocasionalmente a otros de sus hermanos.
Y también a la fecha, cuando vemos a las hermanas de Isaac, las saludamos como "primas".
¡Qué extrañas formas tienen los parentescos!
Ellos no son mis primos, pero valdrá la pena leerlos, digo yo:

lunes, 8 de febrero de 2010

CONVERSACIÓN

Me subí a la micro y pagué mi pasaje al Estadio.
La Calzada por la que circulábamos iba bastante fluida, así que el viaje fue más bien rápido y sin mayores contratiempos.
Y digo "mayores" por que uno al andar en micro se acostumbra a ciertas incomodidades: el transporte sucio, los asientos rotos, la música en "laaa Zzzetta" a todo lo que da el volumen y escuchada a través de bocinas bastante chafas que nada más retumban de lo puro malas que son.
Iba yo sentada justo detrás del asiento del chofer e iba mirando sus maniobras para subir más pasaje sin importarle la incomodidad de los que ya nos habíamos subido.
El chofer "hizo base" en una estación de Metro. ¡Qué desesperación! Esperar a que suba el pasaje que no está en ningún lado y que ni siquiera escucha aquellos gritos de "¡súbale, súbale! lleva lugares, lleva lugares."
Por fin arrancamos y en la parada siguiente subió una señora gorda, chaparra, de rostro muy bonito, blanca y pelo claro natural. Vestía regularmente, con una blusa ajustada que dejaba ver su voluminoso vientre y una falda que en nada escondía sus grandiosas piernas sin medias y con zapatos bajos. Y como mucha gente actualmente lo hace, en una mano llevaba el celular pegado a la oreja y con la otra, pagó y sentó atrás de mi, justo en el momento que el chofer arrancaba.
─ 'pérame tantito...─ le dijo a la persona con la que hablaba y luego le dijo al chofer ─ ¡eh!, ¡usté!, ¡a ver si se fija y no maneja así! ¡que no trae animales!
─ . . . . . . . . .
─ Ora sí, ya... a ver dime que te dijo el hijo ése de su tal por cual─ le contestó a su interlocutor
─ . . . . . . . .
─ ¿En serio eso te dijo?... Pero tú sabes bien que eso no es cierto, que te he dicho hasta el cansancio que...
─ . . . . . . .
─ A ver, a ver, dime las cosas más despacio. Te estoy oyendo.
─ . . . . . . .
─ No, no, entiéndeme. Eso no es cierto. Acuérdate que yo te dije que le dijeras a mi mamá que cuando ellos dicen eso que dicen, no les crean. ¡Ustedes tienen la culpa por hacerles caso y no decirles nada!
─ . . . . . .
─ Á ver, repíteme eso: ¡no puedo creer, deveras, que eso te haya dicho!
─ . . . . . . .
─ Mira, te lo digo otra vez: cuando te digan eso, no les creas. Tú sabes que ellos son personas que na'más dicen purititas mentiras. Si alguna vez dicen la verdá, pos ¡ni les creas! Me he cansado de decirles que es mejor callarse, no hacerles caso y por último no decirles nada.
─ . . . . . .
─ ¿Ya ves? ¿Ya ves? Si yo te lo dije... Ya, manito, ya no les digas nada, me he cansado de decírtelo.
─ . . . . . .
Y yo, me tuve que bajar de la micro.

domingo, 7 de febrero de 2010

VIVIR DESPEINADA

Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por eso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad.
El mundo está loco.. Definitivamente loco: Lo rico, engorda. Lo lindo sale caro. El sol que ilumina tu rostro arruga. Y lo realmente bueno de esta vida, despeina.
Hacer el amor, despeina. Reírte a carcajadas, despeina. Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina. Quitarte la ropa, despeina. Besar a la persona que amas, despeina. Jugar, despeina. Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina. Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible.
Así que como siempre, cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado. Y no tendré duda de que estaré pasando por el momento más feliz de mi vida.
Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.
Puede ser que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria... Y quizá debería seguir las instrucciones pero ¿cuando me van a dar la orden de ser feliz?
¿Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda? ¡La persona más linda que puedo ser! Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la mujer que debo ser.
Por eso mi recomendación a todas las mujeres: entrégate, come rico, besa, abraza, haz el amor, baila, enamórate, relájate, viaja, salta, acuéstate tarde, levántate temprano, corre, vuela, canta, ponte linda, ponte cómoda, admira el paisaje, disfruta, y sobre todo, ¡deja que la vida te despeine!
Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

jueves, 4 de febrero de 2010

DESTIERRO

"Muchos mariscales creen que el fin está próximo.
Después de la batalla de Leipzig en la que cien mil franceses se enfrentaron a trescientos mil enemigos, Europa entera se lanza contra Napoleón. Seiscientos mil rusos, austriacos, alemanes e ingleses invaden Francia por todas partes. Nunca el emperador había hecho tanto alarde de su sabiduría estratégica como en esta campaña. "Sólo el general Bonaparte ─dijo él mismo─ puede salvar ahora a Napoleón."
El general está a la altura de sus responsabilidades y de su genio, pero ya no queda nadie dispuesto a ayudarle o a servirle.
Los mariscales piensan en su porvenir y tratan de situarse. Los soldados son casi niños.
Napoleón está en todas partes: vence a los austriacos, hostiga a los prusianos,... El círculo de los invasores se cierra...
En marzo de 1814 el emperador aún soñaba con realizar algunas brillantes maniobras... José (su hermano) ha capitulado...
Le dijo a Caulaincourt que fuera a ver "qué se podía esperar" Caulaincourt se entrevistó con el zar, con el rey de Prusia... El zar Alejandro ofreció "todo lo necesario" desde el punto de vista económico a condición de que Napoleón no se quedara ni en Francia ni en Italia.
¿Dónde?
Caulaincourt sugirió Córcega, Cerdeña o Corfú. Alejandro mencionó la isla de Elba. Caulaincourt convirtió el ofrecimiento en "un compromiso" en caso de que el emperador abdicara...
Mientras tanto, Napoleón había encontrado libre el camino a Fontainebleau y se había instalado ahí. Una delegación de mariscales presidida por Ney fue a pedirle que abdicara...
Por las memorias de Caulaincourt sabemos que Napoleón intentó suicidarse, pero le falló el veneno y tuvo que resignarse...
Desde la escalera de acceso al palacio se despidió de la vieja guardia con un gesto digno de un gran artista: "Si he decidido continuar mi vida es para engrandecer aún más nuestra gloria..."
Cuando besó el águila los veteranos lloraban. Sólo ellos le habían querido, sólo ellos permanecían fieles."




El otrora mayor soberano europeo quedó confinado en la isla de Elba, si bien su destierro fue momentáneo. Su popularidad aun no había decaído en Francia y era muchos los que anhelaban su vuelta.
Napoleón huyó de la isla de Elba
y desembarcó en Francia acompañado de unos mil soldados (marzo de 1815). En 20 días llegó a París y se instaló en Las Tullerías...
Empezó así el último periodo de la época de Napoleón conocido con el nombre de los Cien Días.







Tomado de: André Maurois: Napoleón; Biblioteca Salvat de Grandes Biografías; España, 1984; pags. 159-162