Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






viernes, 22 de junio de 2007

PERDER OPORTUNIDADES

A Juan nunca le ha gustado perder oportunidades.
De hecho, busca las oportunidades. Así fue educado y lo aprendió bien de su papá: "Juan, no pierdas las oportunidades que se te van dando. Uno nunca sabe...."
Ya desde joven, en la Prepa era alguien que buscaba las oportunidades. Se relacionaba con todos y lo hacía de buen modo. "Uno nunca sabe, decía, dónde puede surgir algo". Buscó la oportunidad de entrar al equipo de basquet-bol, y al dársele, el entrenador consideró que era realmente malo para ese deporte. Luego, fue al Taller de Teatro y no perdió la oportunidad, al audicionar, de demostrar sus aptitudes. Fue aceptado. Lo malo es que cuando se eligió obra, los actores eran ¡tan pocos! que él no alcanzó papel.
En la Universidad siguió buscando y procuró no perder oportunidades. Se juntaba con las niñas más bonitas de su generación, sólo que ellas se hicieron novias de los chavos guapos de la Facultad (¡Ah!, por cierto, yo no había dicho que Juan era realmente feo).
Luego, se relacionó con algunos maestros que lo llevaron a tratar a las autoridades de su Facultad y que a su vez lo presentarían con el Rector. Imagínate, ¡con el mismísimo Rector! y claro, hablar con él. Sólo que cuando lo fue a saludar el día de la presentación, no se fijó, pisó mal un escalón y se cayó. El Rector sí que se fijó en él pero sólo para decir "Alguien, ayude a ese muchacho" Y se fue.
Tiempo después la mamá de Juan, que era funcionaria de una Secretaría de Estado y haciendo valer un derecho, colocó a Juan en una plaza del gobierno federal
Ahí Juan conoció a mucha gente: los Directores, secretarios A y B, secretarias de los secretarios, empleados de 2o. y 3er. nivel. ¡y cómo no lo iba a hacer! si era el encargado de la fotocopiadora.
Fue en la Secretaría donde conoció a su esposa: la cortejó poco tiempo y no perdió la oportunidad en la primera salida de tener sexo con ella. Y se tuvo que casar pues ella salió embarazada.
Hoy he visto un poco triste a Juan. No sé qué le pasa. Es por ello que fui a su lugar y lo invité.
-- ¡Ándale! vamos. Te vas a divertir. Mira, va a ir Ramírez, que ya sabes que está muy bien relacionado y ¡uno nunca sabe!... También va ir la Chivis, que siempre está bien dispuesta; Noé, el de Recursos y otros más. Jugaremos dominó, nos echamos unas cervezas y luego.... pues... a ver qué sale.
Él me miró. Pero no convencido. Yo sólo hice entonces uso de las palabras mágicas "No hay que perder oportunidades. Uno nunca sabe...."
Aceptó al fin. Y me dijo que si nos veíamos en mi casa para irnos juntos pues su carro hoy no circula. Yo acepté, Incluso me ofrecí a regresarlo. Nos despedimos y tomó la "micro", que dicho sea de paso, no le gusta nada, no sé por qué.
Lo ví irse y a la cuadra siguiente lo ví bajarse del transporte y correr apresuradamente hacia mí. Jadeando llegó y me dijo:
-- Oye, no me acuerdo por qué puerta debo entrar a tu Unidad
-- ¡Ay, Juan! Es bien fácil. Mira, te bajas en la Avenida y...
¡¡¡Crash...!!! oímos un golpe seco, muy fuerte. Gritos. Llantos. Y volteamos.
La escena no nos gustó: la "micro" de la que Juan se había bajado acababa de chocar muy aparatosamente con no sé qué, se volteó y, además... ¡para qué sigo!
Juan, con mano temblorosa, logró asirse a mi brazo. Estaba frío, pálido, extraño. Sólo pudo decirme
-- Hoy he perdido una oportunidad, y no me arrepiento: la de estar frente a frente con la Parca
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3 comentarios:

Al6665 dijo...

Excelente relato, gracias por darnos la oportunidad de disfrutarlo

Saludos!!

Adіtzel dijo...

¡De verdad que esa historia está muy buena! ¡Qué bien! ¡Tienes 10! ¡Jaja! Ya te quiero quitar tu lugar, ¿no?
Bueno, ya no lo haré.. =(

jean pilon dijo...

muy buen comentario, me gusto. y gracias por revisar mi pagina y dejarme tu comentario, espero me avisen de que trata el siguiente tema.