Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






lunes, 31 de diciembre de 2012

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO

Al finalizar el año, hace uno recuento de lo bueno y malo.
Bueno, en realidad no todos lo hacen. Pero sí la mayoría de la gente que conozco revisa su pasado inmediato (un año) e intenta enmendar lo mal hecho y se plantea propósitos.Que a veces a fuerza de ser tantos, ni uno solo cumple, o los medio cumple, o se olvidan pasados los primeros treinta días (ya no se diga cuando ya van 260 o más días...)
Yo he hecho recuento de este año que está finalizando y he de escribir que el dichoso recuento lo empecé desde inicios de diciembre por aquéllo de que se acababa la era el día 21 (¡y que no pasó nada! Bueno, al menos yo no percibí nada) 
Así es que haciendo revisiones,llegué a una conclusión: no hacer propósitos de Año Nuevo.
Y a ver cómo me va.
Felicidades a quien me lea.

jueves, 27 de diciembre de 2012

JOHANNES KEPLER

El 27 de Diciembre de 1571 nació en Weil der Stadt, Alemania, Johannes Kepler.
Nacido en el seno de una familia luterana, estudió ética, dialéctica, retórica, griego, hebreo, astronomía y física, y más tarde, teología. 
En 1596 Kepler escribió un libro en el que exponía sus ideas. Mysterium Cosmographicum (El misterio cósmico). Siendo un hombre de gran vocación religiosa, Kepler veía en su modelo cosmológico una celebración de la existencia, sabiduría y elegancia de Dios. Escribió: «yo deseaba ser teólogo; pero ahora me doy cuenta a través de mi esfuerzo de que Dios puede ser celebrado también por la astronomía».
En 1602, a la muerte de Tycho Brahe, Kepler consiguió el acceso a todos los datos recopilados por Tycho sobre sus observaciones planetarias, que de hecho, eran mucho más precisos que los manejados por Copérnico. A la vista de los datos, especialmente los relativos al movimiento retrógrado de Marte se dio cuenta de que el movimiento de los planetas no podía ser explicado por su modelo de poliedros perfectos y armonía de esferas. Kepler, hombre profundamente religioso, incapaz de aceptar que Dios no hubiera dispuesto que los planetas describieran figuras geométricas simples, se dedicó con tesón ilimitado a probar con toda suerte de combinaciones de círculos. Cuando se convenció de la imposibilidad de lograrlo con círculos, usó óvalos. Al fracasar también con ellos, empleó elipses. Con ellas desentrañó sus famosas tres leyes (publicadas en 1609 en su obra Astronomia Nova) que describen el movimiento de los planetas. 
Dichas leyes, que asombraron al mundo, le revelaron como el mejor astrónomo de su época, aunque él no dejó de vivir como un cierto fracaso de su primigenia intuición de simplicidad (¿por qué elipses, habiendo círculos?). 
La Tres Leyes de Kepler son:
1) Los planetas tienen movimientos elípticos alrededor del Sol, estando éste situado en uno de los 2 focos que contiene la elipse.
2) Las áreas barridas por los radios de los planetas, son proporcionales al tiempo empleado por éstos en recorrer el perímetro de dichas áreas.
3) El cuadrado de los períodos de la órbita de los planetas es proporcional al cubo de la distancia promedio al Sol.
Supernova SN1604
(también llamada Estrella de Kepler)

Texto e imágenes tomadas de Wikipedia

lunes, 24 de diciembre de 2012


Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla todo el año.
                                                        Ch. Dickens
                                                                                           



La Adoración de los Magos; Rubens; 1609


lunes, 17 de diciembre de 2012

SUPONGO QUE LAS COSAS PASAN

...y que siguen igual.
Y que no caigo en la cuenta de que todos, absolutamente todos, cambiamos.
Evolucionamos, diría un cuate que conozco.
Después de no escribir por este sitio en tanto tiempo, encuentro que no todos aquellos blogueros con los que alguna vez estuve en contacto, siguen publicando. Pues, no, parece que se les ha olvidado.
O parece que están en otras cosas, o que ya no tienen tiempo, o ganas o inspiración. Sus entradas son cada vez más esporádicas (así como las mías).
Volver a publicar es un derecho que se me había pasado de largo. 
Es una obligación impuesta a mí misma, por mí misma para utilizar el lenguaje y aprender la tecnología. Y tal vez, si es posible, saber que los otros me pudiesen visitar.
Aquí sigo, no igual, pero aquí sigo, intentando rescatar de mi más íntimo ser esa chispa que me hacía pensar y pensar en temas sobre los que pudiera publicar. 
Quizá una de mis propósitos de Año Nuevo sea volver a publicar.