Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






lunes, 26 de marzo de 2012

EL OCIO CONSPICUO

Yo no había oído hablar de Thorstein Veblen , hasta que, mirando por ahí, me encontré una Antología editada por SEP/UNAM llamada "Pensadores Norteamericanos del Siglo XIX" en la que se puede leer a Thomas Jefferson, Benjamin Flanklin, Abraham Lincoln o Edgar Allan Poe entre otros, y obviamente a este Thorstein Veben.
Me puse a buscar su biografía y encontré datos interesantes sobre que era economista y sociólogo estadounidense, fundador de la corriente institucionalista norteamericana junto con John R. Commons.
¿Y por qué escribo sobre este hombre?
Pues simplemente porque encontré un pequeño ensayo de él que se llama "El Ocio Conspicuo" en donde habla del trabajo productivo, de las clases trabajadoras, de clases inferiores y superiores y el que trabajar sea o no deshonroso. Y justamente en torno a la clase pecunaria superior habla sobre el requerimiento de abstenerse del trabajo productivo... ya que durante la fase de la cultura predatoria el trabajo viene a asociarse mentalmente con la debilidad y la sujeción a un amo. Es, por lo tanto, una señal de inferioridad y llega a tomarse por indigno del hombre en su mejor estado. Debido a dicha tradición se siente al trabajo como degradante... Y sigue así explicando hasta que llega al concepto de "Ocio Conspicuo".
Entendí, leyendo a este economista que el mostrar riqueza aparejada con el "no trabajar", con el andar de ocioso, da respetabilidad.
Interesante, muy interesante el concepto y cómo lo desarrolla.
Pero tanto o más interesante es la palabra "conspicuo".
Ésa si la había oído, pero no me había detenido en su etimología y real significado: lo conspicuo es lo ilustre, visible, sobresaliente, lo famoso o lo insigne, notable o renombrado.
Y no ser conspicuo(a) es ser un desconocido, un vulgar cualquiera, un invisible social (según leí por ahí).
Y si a ello le agrego el concepto del trabajo productivo y del ocio...
¿Qué será mejor?, ahora me pregunto, ¿ser trabajador productivo? ¿ser ocioso?
El mismo Thorstein Veben me dio la respuesta: "En sí misma y en sus consecuencias la vida de ocio es hermosa y ennoblecedora a los ojos de todos los hombres civilizados..."
Nada más que ahora me pregunto ¿y de qué me voy a mantener...?

domingo, 25 de marzo de 2012

CÓMO HACER CRECER LA DICHA

Paso 1:
Plántate profundamente en un cuadro de fe, cúbrete sólida y firmemente. Riégate todos los días con pensamientos positivos y mantente en la saturación debida. Ponle con frecuencia el abono del perdón, porque te ayudará a crecer.
Elimina rápidamente las semillas de la preocupación para que no germinen, y arranca las malas hierbas de la desesperanza. Alimenta con esperanza los desalientos, según se necesite, y mantente siempre en la frescura y la sombra cuando sientas irritación o calor. Poda la culpa o la depresión, porque crean deterioro, y cultiva con recuerdos dichosos cada día.

Paso 2:
Cosecha las lecciones del pasado; cava, elige y limpia la azada. Alimenta las raíces del presente, porque ahora es cuando florecerás y crecerás. Empieza a plantar para el futuro; pon tus objetivos en una hilera. Laya bien el cuadro con la pala para que todos tus sueños puedan crecer.

Paso 3:
Recuerda que la pena es un predador natural, por lo tanto aprende a tolerar cierto nivel de daño. Protege tu jardín con rezos cotidianos. Entierra la crítica y las quejas, porque son plagas dañinas.
Planta la semilla del amor por donde vayas porque la alegría, el amor y la risa de seguro crecerán. Si bien las espinas de la vida tal vez perdurarán, germina una sonrisa por el camino... ¡y agradece lo que tienes hoy!

Michelle Rossi