Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






lunes, 26 de julio de 2010

NO ME ALCANZA EL DINERO

Esas fueron las últimas palabras que me dijo cuando salió azotando la puerta.
Sólo oí cómo arrancó el carro y se fue rapidísimo.
Sí, ya sé,me repetí a mí misma. Sí, ya sé que no le alcanza el dinero. A mi tampoco me alcanza,pero no reacciono así. A mi vecina tampoco le alcanza, hace un rato me lo dijo y luego cambiamos de tema. Tampoco le alcanza a mi suegra, a dos de mis amigas y a una de mis primas. Y la verdad, no reaccionamos así.
¿Por qué él sí lo hace? ¿qué cree? ¿que yo no me desespero justamente por eso, porque ahora más que nunca, ya no alcanza...?
Me dí la vuelta y fui a ver a mi hijo pequeño. Él sonreía y seguía jugando. No se imaginaba, digo yo, la suerte que estábamos viviendo su padre y yo en ese momento.
Su sonrisa y sus pequeñas manitas que se extendían hacia mí me hicieron olvidar el mal rato.
Lo cargué y me abrazó, tan tiernamente que olvidé todo.
Me quedé así un rato y luego me senté a disfrutar un poco más de ese momento. Fue cuando se acercó nuestra nuestra mascota, una perra hermosa que adoptamos un poco antes de que naciera nuestro hijo. La perra me miraba y empezó a mover la cola y a darme la patita. Yo se la tomé, luegole acaricié las orejas y por respuesta siguió en su meneo de cola, ahora con más fuerza.
Estuve así un rato hasta que el chiquito se durmió.
Lo dejé en su cuna y me fui.
Ya estaba yo más tranquila.
Ni hablar: las sonrisas, el cariño, la ternura, todas esas cosas pequeñas hacen feliz mi vida y siempre las recuerdo cuando tengo un mal momento.

jueves, 22 de julio de 2010

CHAT

─ ¿...qué es eso?,─ dijo la abuela abriendo sus hermosos ojos asombrada ante la palabra.
─ Andrés, explícale a mi mamá que significa eso─ terció Luz sonriendo al tiempo que guiñaba el ojo hacia su pequeño hijo de seis años.
─ ¿Un niño de su edad puede explicarme eso?, dijo la abuela, doblemente asombrada. Cómo, a ella, una mujer de más de setenta años un chiquito de apenas seis le podía explicar que es el chat. Andrés, sin fijarse en la posible discusión que se podría iniciar entre Luz y su mamá, enésima discusión en ese día, se levantó rápidamente de la mesa donde estaba dibujando y fue por la lap. La abrió, la prendió y tan tranquilamente la puso en el regazo de la mujer y se sentó junto a ella.
─ Mira, abue, es de lo más fácil. Chat es platicar con tus amigos o tus conocidos por el internet.
Le pones aquí, debajo de este muñequito tu nombre....., luego le pones tu password..... y logras entrar. ¿Ya viste cómo?
Mientras Andrés explicaba el procedimiento, iba escribiendo y esperando que abriera la ventana. Explicaba muy seguro y de manera orgullosa. Le mostró a su abuela su lista de amigos (que eran sólo dos y que se conectaba con ellos cuando sus mamás estaban también conectadas), su lista de familiares (que eran algunos más y con los que él se conectaba cuando uno de sus papás se lo permitían)
La abuela lo miraba, más que asombrada, por la facilidad con la que manejaba el teclado.
Y empezó a preguntar: si se trata de platicar ¿por qué escribes?, ¿se puede oir música?, el otro ¿me oye? ¿me ve?, ¿a qué horas se hace eso?, ¿y si el otro no está?... y tantas cosas más que se le iban ocurriendo y a las que Andrés contestaba sin titubear. Ah, eso sí, si había algo que no podía contestar, le preguntaba a su mamá y asunto arreglado.
La última pregunta que la abuela lanzó fue
─¿Y yo puedo hacer eso?
─ ¡Claro!, contestó Andrés─ y luego luego abrió una cuenta para su abuela, y la incluyó en su lista de familiares y él se incluyó primerito en la lista de su abuela. Y quedaron que platicarían cuando se encontraran por ahí.
Han pasado varios meses, creo que seis o siete, y la abuela ha aumentado su lista de amigos, familiares, conocidos y yo no sé qué más de manera impresionante. No es la abuela de más años en el internet, en el chat, pero sí sé que es ahora una persona más contenta, pues ha aprendido algo más.
¡Saludos, abuela!

miércoles, 21 de julio de 2010

ABANDONO

Hace tiempo publiqué en este blog algo con este nombre. Otros eran los que escribían y que formaban parte del grupo. Algunos, pocos, siguen en este empeño semanal, del cual todos, me incluyo, nos hemos alejado por alguna causa, pero que ahora veo retomamos nuevamente.
Este es el pretexto, escribir en el blog, para externar de alguna manera nuestro sentir.
Y a veces, nos es muy difícil hacerlo, porque no tenemos tiempo (bueno, eso es lo que decimos). A veces pienso que lo que no tenemos son ganas. O a veces, las musas nos abandonan. O a veces, las amistades o los deberes nos ganan.
Abandonar algo, y retomarlo después, da mucho gusto. Y se propone uno nuevas cosas en ese empeño.
Esperemos que nuestro gusto, hablo en plural, dure.
Espero que sea yo, hablo en singular, ahora más constante.

lunes, 5 de julio de 2010

LO DEL DIARIO

Sus múltiples obligaciones no le permitían hacer lo que realmente quería.
Dar de comer, atender a los niños, lavar la ropa... Y después, en la tarde, planchar viendo la telenovela (bastante mala por cierto, pero no había más que ver en la tele abierta), mientras que los niños juegan, se pelean entre ellos, el perro corre de aquí para allá. Los ruidos de los niños no la dejan... Y más tarde recibir a su esposo oyendo sus múltiples quejas sobre el jefe y los compañeros de trabajo.
La plancha iba de un lado a otro alisando las arrugas que deja la secadora. Y viendo este ir y venir fue que quiso ser otra.
Pensó ¿y si no me hubiera casado...? ¿y si no hubiera dejado la Universidad...? ¿y si le hubiera hecho caso a mis papás y me hubiera ido a donde me decían...? ¿y si, después del primer hijo, me hubiera separado...? ¿y si hubiera aceptado el negocio que me ofrecían...? ¿y si....?
Un ruido fuera de lo común la sacó de sus pensamientos. Era el timbre de la puerta. Fue a abrir: era el abonero de las colchas.
La realidad era ésta.
¿Para qué soñar?

domingo, 4 de julio de 2010

DONDE SE HABLA SOBRE LOS INTENTOS

DEL GRUPO HABLANDOANDO POR SOBREVIVIR

No es que no quiera hacerlo, simplemente como que a veces, nos preguntamos todos, como que mirándonos a los ojos, si lo que se estaba haciendo y se abandonó por momentos, se podría seguir haciendo.
Es muy reiterativo, pero así es nuestra vida.
Como que haciendo las cosas, bien o mal, nos detenemos en la mitad del camino y nos preguntamos ¿le seguimos...?
Necesitamos a los demás para seguir adelante, no me cabe duda. Pero también nos necesitamos para seguir cumpliendo nuestros deberes, ésos que nos impusimos nosotros mismos. Ésos que nadie nos dijo que teníamos obligación de seguir y que incluso alguien nos cuestionó sobre hacerlos ("¿estás seguro que vas a poder? ¿que vas a cumplir?")
Así siento hoy a este Grupo.
Lo ví abandonado, arrumbado por ahí de parte de todos. Y luego alguien lo levantó y decidió reinvitar a los demás.
¡Pues adelante! digo yo.
¿Para qué tantas preguntas, tanto brinco, si queremos seguir en esto?
¡Ya! ¡hagámoslo!