Dubito, ergo cogito, ergo sum
Descartes






viernes, 31 de octubre de 2008

DE LEÓN FELIPE

"Cuando el hombre doméstico, egoista y tramposo degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, lo que pueden ser, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario. Y antes denuncia nuestras miserias el poeta que el moralista.
"La primera aventura de Don Quijote no es ni la de Puerto Lápice ni la de los molinos, como quieren algunos. La primera aventura surge cuando el poeta se encuentra con la realidad sórdida de España, después de salir de su casa, llevando en la mano la justicia. Cuando llega a la venta. No es verdad que nada épico sucediese allí. Allí comienza la hazaña primera y única que se ha de repetir a través de todo el peregrinaje del poeta. Porque no hay más que una hazaña en toda la crónica: el trastrueque, el transbordo de un mundo a otro mundo; de un mundo ruin a un mundo noble. Aparentemente no es más que una hazaña poética, una metáfora. Pero es una hazaña revolucionaria también, porque ¿qué es una revolución más que una metáfora social?
"Don Quijote se encuentra en la venta con un albergue sucio e incómodo, con un hombre grosero y ladrón, con unas prostitutas descaradas, con una comida escasa y rancia, y con el pito estridente de un castrador de puercos. Y dice en seguida: Pero esto no puede ser el mundo; esto no es la realidad, esto es un sueño malo, una pesadilla terrible..., esto es un encantamiento. Mis enemigos, los malos encantadores que me persiguen, me lo han cambiado todo. Entonces su genio poético despierta, la realidad de su imaginación tiene más fuerza y puede más que la realidad de los malos encantadores, y sus ojos y su conciencia ven y organizan el mundo, no como es, sino como debe ser. Se produce una gran metáfora poética que anuncia la gran metáfora social. Porque cuando Don Quijote toma al ventero ladrón por un caballero cortés y hospitalario, a las prostitutas descaradas por doncellas hermosísimas, la venta por un albergue decoroso, el pan negro por pan candeal, y el silbo del capador por una música acogedora, dice que en el mundo no debe haber ni hombres ladrones, ni amor mercenario, ni comida escasa, ni albergue oscuro, ni música horrible, y que nada de esto habría si no fuera por los malos encantadores. Estos encantadores se llaman de otra manera. Don Quijote sabe muy bien cuál es su nombre exacto, pero para denunciarlos se vale también de una metáfora.
"¿Queréis que el poeta hable más alto y más claro?... Está con vosotros, ¿qué más queréis?...
Tomado de: LEÓN FELIPE: El payaso de las bofetadas y el pescador de caña (poema trágico español); Ed. Visor; pags. 20, 21

jueves, 30 de octubre de 2008

OSCURIDAD

A los niños, a muchos, les da miedo la oscuridad. ¿Por qué? No lo sé. Y hay que dejarles entonces una lucecita prendida para que se sientan acompañados.
Claro que hay mamás que no toleran esto y simplemente apagan la luz y cierran la puerta ordenando dormir. No sé qué pensará entonces el niño que es así tratado. Si simplemente obedece la orden o, en un intento de conciliar el sueño y no poder hacerlo, se imagina cosas o inventa historias hasta que logra cerrar los ojos y dormir.
A muchos adultos les da miedo la oscuridad. ¿Por qué? No lo sé. Y hay que dejarles la luz prendida, la tele prendida con el timer puesto y el radio puesto a cierta hora para que los despierte por si acaso les llegó el sueño cuando ya la habitación estaba a oscuras y ellos no se dieron cuenta del hecho.
Claro que a un adulto no hay quien le ordene dormir. Y aunque haya alguno, ni le hacen caso.
La oscuridad, ahora que lo pienso, es necesaria en nuestras vidas.
Es un "bien" necesario, aunque no lo reconozcamos.
¿Habías pensado en ello?
Sin oscuridad no podríamos dormir. Ésta es necesaria para conciliar el sueño y descansar, y reponer el desgaste del cuerpo, y aunque podemos dormir con luz, es necesario que haya oscuridad para descansar verdaderamente.
Sin oscuridad no tendríamos oportunidad de ver la Luna en todo su esplendor, cuando está llena y cubre e ilumina una parte de la noche con esa luz tan especial, casi fantasmal que nos invita a caminar en noches tan iluminadas.
Sin oscuridad no veríamos las estrellas. Nadie nos hubiera dibujado las constelaciones. Nadie nos hubiera dicho que por ahí andan los Reyes Magos y señalándonos la constelación de Orión nos hubiese platicado hermosas historias que alimentaron nuestra creencia infantil en lo posible.
Sin oscuridad no habría cine. Bueno, habría cine, pero la proyección no funcionaría. Y obviamente las presentaciones de PowerPoint deslucirían mucho.
Sin oscuridad los enamorados no podrían decirse tantas cosas y hacer otras más.
Sin oscuridad no existirían las oraciones en algunos templos de aquéllos que hacen guardia nocturna junto al Santísimo Sacramento.
Sin oscuridad no se disfruta igual el teatro, el ballet, un concierto, la presentación de un artista.
Sin oscuridad (más o menos) no existirían las serenatas y las conversaciones a media voz de aquéllos que bien se quieren.
Sin oscuridad no se podrían revelar las fotos y por tanto descubrir la magia de la imagen impresa sólo por el paso de la luz.
Sin oscuridad no hubiera escrito Neruda "Puedo escribir los versos más tristes esta noche..." y Federico Chopin no hubiese creado para piano su "Nocturno".
Sin oscuridad, en fin, yo no estaría escribiendo aquí, tan noche, cumpliendo con mi deber semanal que tanto me gusta.
Ellos, te pueden iluminar en esto de la oscuridad:

viernes, 24 de octubre de 2008

TRAVESURAS DEL AMOR

A la muerte de una tía, pasadas las exequias, los rosarios e incluso la "levantada de la cruz", hubo necesidad de ir a limpiar su casa.
Ella era soltera, así que ni hijos ni marido hicieron ese trabajo.
Lo hicimos nosotros.
Había que hacerlo.
La casa donde vivía, en Uruapan, era de esas construcciones viejas: muros anchos, paredes muy altas de adobe, ventanas de madera que son cubiertas por cortinas tejidas a mano y a veces bordadas con hilos "del 100"

El patio, lleno de macetas con malvones de todos colores y helechos que se caen de verdes y frondosos, reparte a todas las habitaciones: anchas, espaciosas y en general frías; con pisos todavía pintados de rojo y amarillo y muros de donde cuelgan los recuerdos familiares.
Eso es lo que sabíamos que encontraríamos en casa de la tía.
Llegamos a su recámara, a la que ilumina siempre el sol oriente. La cama de latón, bellísimamente pulida lucía todavía una colcha tejida a mano en hilo grueso blanco. Sobre ella los almohadones de pluma que la tía se había negado a cambiar por unos nuevos y que lavaba devotamente no sé cada cuándo, pero que eran suaves, suaves. Esos almohadones se encontraban cubiertos de fundas hechas por la tía, que hacían juego con su colcha con una puntilla que podría estar en cualquier museo de artes populares. Además , encima, estaban sus cojines: cuadrados, redondos, uno en forma ovalada que a mi me gustaba mucho y que le pedía me regalara. Siempre se negó a hacerlo. No sé si ahora lo pudiera yo tomar...
Fuimos a su ropero. Con dos enormes lunas, no sabíamos cómo un mueble tan grande podía aún tenerse en pie. La llave para abrirlo, colgaba de una de las asideras. La introdujimos en la chapa, muy respetuosamente, como que pidiendo permiso, como que considerando que íbamos a violar más de un secreto y diciéndonos, sin hablar, que no teníamos derecho a hacer lo que íbamos a hacer: a sacar las cosas.
Al fin lo hicimos.
Las puertas al abrirse, dejaron salir un hermoso olor a rosas que a mi me recordó a la tía. Y que me trajo a la mente unas pláticas con ella: al tiempo que abría un pequeño cofre de madera y sacaba aretes, o pulseras, o unos anillitos, me contaba una y otra vez quién se los había dado, por qué, cuándo. Ella no se cansaba de contar las mismas historias; yo no me cansaba de oirlas y de preguntar siempre lo mismo esperando obtener nuevas respuestas que ella, sabiamente, nunca daba. Y hasta abajo de ese cofrecillo, unas cartas atadas con un listón, que ella, jamás me permitió siquiera tocar.
Empezamos a descolgar la ropa: vestidos, faldas, blusas, un par de abrigos. Todos con una historia que narrar y los fuimos poniendo en cajas. Yo, cada uno lo veía por última vez.
¿Su destino?: el asilo de ancianos.
Luego sacamos los zapatos, las medias, la ropa interior, las mascadas, los lienzos blancos de algodón y los pañuelos. Ésos, decidi no regalarlos. Ésos sí me los quedé yo y le dije a mi tía, mentalmente, que eran para mi, especialmente el que tenía un encaje hecho de aguja y unas rositas de rococó.
También sacamos dos frascos de perfumes a medio terminar. Otros dos frascos vacíos, cremas, talcos; peines, peinetas, cepillos, dos espejos. Todo iba a dar a las cajas cuidadosamente acomodado. Hasta que llegamos a un cajón cerrado con llave.
Buscamos la llave, debía ser pequeña. No estaba.
A mi se me ocurrió que podía estar en el cofrecillo. Pero ¿cómo meter mano ahí? Eso sí sería una verdadera profanación.
Yo no me atrevía.
Mi primo sí lo hizo. Metió la mano y la encontró. Él mismo introdujo la llave en la pequeña cerradura y abrió el cajón.
Dentro, encontramos una copia del cuadro que aquí ves: pintado en un lienzo al óleo, estaba doblado en cuatro. Lo desdoblamos y empezó la pintura partida a caerse
¡Qué pena!
Era una buena réplica (el original, de gran formato, está en un museo de la Ciudad de México). Esta copia, en un pequeño formato, de unos cuarenta centímetros, estaba muy cuidadosamente realizada. Vimos por un momento la pintura y deploramos que estuviese doblada. Y empezamos a pensar que quizá la tuviéramos que mandar con un restaurador, a ver qué podía hacer y luego enmarcarla y llevarla a casa y ponerla en el estudio.
Revisándola, vimos que en la parte de atrás había una dedicatoria, escrita con cuidada caligrafía:
"Rebeca: con todo respeto dedico a usted este pequeño homenaje a su virtud y belleza. Acéptelo como prueba de mi ferviente admiración por usted. Manuel Ocaranza"


¡Ah!, si quieres saber quién era Rebeca, te diré que era la abuela de mi tía.






Ellos, te pueden contar algo más:
http://www.alecuijedrama.blogspot.com/
http://www.namabaga.blogspot.com/
http://www.alonso6665.blogpspot.com/
http://www.tugitana.blogspot.com/
http://www.itaka-666.blogspot.com/


Nota: Manuel Ocaranza, pintor michoacano, nacido en Uruapan(1841) y muerto prematuramente(Cd. México, 1882), fue un pintor costumbrista, académico, del siglo XIX

martes, 21 de octubre de 2008

A VER, A VER...

Eso me dijo mi maestra cuando pasó por la fila.
Iba revisando rápidamente las tareas.Nada más ponía su firma. Yo creo que ni siquiera las leía, yo creo...
Yo me había esmerado mucho en hacer el resumen sobre "La Odisea" de Homero. La portada de mi trabajo me la hizo mi mamá cuando vio que yo no acababa de escribir. Quedó muy bonita, la verdad.
Yo, orgullosamente le mostré el trabajo.
Como estoy cambiando de letra, bueno eso digo yo, y también estrené pluma, la letra se ve distinta. Ya es más pareja y uniforme. Ya logro hacer las "E" y las "L" mayúsculas con el debido trazo y logro enlazarlas con la siguiente letra, la minúscula que le toca, sin levantar la pluma del papel.
Mi maestra de Español revisó con más detenimiento mi trabajo. Yo sentí que lo vió por más tiempo que el que había empleado con otros de mis compañeros. Pasó las hojas, movió la cabeza de un lado a otro, se acomodó los lentes y lo cerró, sin firmarlo.
Regresó a su lugar, dejando de revisar el resto de los trabajos.
Sacó su libreta, ésa donde apunta las cosas que no tiene que olvidar en el día y me llamó.
El grupo se quedó mirando, bueno, algunos. Otros, seguían en su relajo, platicando animadamente, aprovechando el momento.
Me paré y fui a su lugar.
Ella extendió su mano y me entregó un citatorio
"¿Por qué?", yo pregunté
Ella, sin más explicaciones, me dijo que esperaba a mi mamá para el día siguiente. Nada más
Y siguió revisando los trabajos.

Hoy, vino a mi este recuerdo porque hice exactamente lo mismo. Sin más explicaciones, no creí lo que un alumno me dijo y he pensado que me engaña, que no es capaz de hacer un trabajo de ciertas características. No quise oir argumentos. No quise oir simplemente.
Hoy, me comporté como esa persona a la que un día odié.

lunes, 20 de octubre de 2008

MILES DE EMOCIONES

De pronto sonó el teléfono.
"¡Qué flojera!" pensé, tener que contestarlo, ahorita que ya me estaba quedando dormida. "¡Que suene, yo no contesto" y me dí la vuelta. No sé algo me decía que tenía que contestar.
─ ¿Bueno?, dije con voz más bien apagada
─ ¡Hola! soy yo... Oye, ¿qué haces...?
─ Nada, nada... ¿qué pasa?
─ Oye, descuélgate para el Auditorio ¡conseguí los boletos! ─ me dijo muy animado
─ ¿Si...? ¿en dónde?
─ Pues hasta arriba. Ya no había más abajo. Está todo agotado, pero sí los conseguí. Vente. Aquí te espero
─ Órale, voy para allá... Lo que me tarde en llegar.... ¿dónde te veo?
─ En las escaleras... Yo estoy al pendiente de ti...
─ Bueno, ya voy saliendo─ le dije y colgué.
Tomé algo para taparme, la bolsa, las llaves y ahí voy.
Estaba cansada, pero también tenía ganas de ir, así que me animé y me apuré pensando en cómo llegar más rápido. Pues lo mejor era tomar el Metro. El Auditorio Nacional está lejos de mi casa, pero lo más seguro y rápido era sin duda el Metro. Y así lo hice.
Conforme avanzábamos en las estaciones mi ánimo crecía. ¿Hacía cuánto tiempo había querido ir a ver a Juan Manuel Serrat? Hace mucho.... Pero no lo había hecho por muchas razones: personales, de dinero, de ánimo, de circustancias... y hoy, una llamada me había sacado de mi rutina para ir a verlo ¡qué emoción!
Mi corazón latía más rápido cada vez. "Tranquila" me decía yo, "sólo es un concierto. Sí, pero es con Serrat".
Llegué al fin al Auditorio Nacional.
Ahí estaba Sergio esperándome, de pie en el segundo bloque de las escaleras amplísimas del Auditorio. Nos sonreímos. Nos saludamos dándonos un beso y un abrazo. En verdad estaba yo complacida.
Entramos al fin después de unas filas medio largas de gente y previa revisión de las bolsas (No fuéramos a llevar una bomba, granada, arma o algo así)
Entramos y nos asignaron nuestro lugar arriba, muy arriba. No importa. Ya estábamos ahí.
El público, decentemente, a las ocho pidió con aplausos la salida del artista.
Nada.
Por fin salió primero el pianista. Aplausos. Algunos...
Y al fin salió Juan Manuel Serrat: de mezclilla lavada, camisola y zapatos (creo que de gamuza) cafés y su guitarra. ¡Aplausos! Muchos, nutridos, largos. Gritos diciéndole que se le admiraba. Él sólo sonreía (bueno eso lo ví porque se le veía la expresión del rostro en las dos pantallas gigantes).
Juan Manuel Serrat, a lo lejos, se veía muy pequeño. Pero el hombre es grande. El artista es grande. Y comenzó con "Cantares" (Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...)
Es asombroso ver tamaño escenario lleno con la figura de un solo hombre (y su acompañante al piano). Lleno con la figura de un hombre que no necesita más que luz, un par de reflectores, su guitarra, su voz, su sentimiento para llenar el Auditorio Nacional ¡y echarse a la bolsa a un teatro de ese tamaño!
Es asombroso oir a un hombre que le canta al amor (porque te quiero a ti, dejé los montes y me vine al mar) a la entrega (para la libertad,...sangro lucho y pervivo y.. mi cuerpo doy a los cirujanos), al abandono (¡pobre infeliz! se paró su reloj infantil, cuando se fue su amante), al optimismo (hoy puede ser un gran día, y mañana también), al día a día (perdona, Benito, que me ponga tus calcetines encima de los míos), a la posibilidad (si hubiera sido mujer, me llamaría Joana), a la soledad (y le pone flores a los recuerdos), a la circunstancia (qué le voy a hacer si yo, nací en el Mediterráneo). Y además se da el lujo de decir proverbios orientales.
Dos horas estuvimos, que para mi fueron muy rápidas. Salió tres veces a fuerza de aplausos del público que nos poníamos de pie y coreábamos ¡Otra, otra! ¡yo todavía no me canso!
Llegué a casa, de mejor ánimo. De un ánimo distinto al que salí.
Y percibí que hoy, había vivido en unas pocas horas, miles de emociones.

viernes, 17 de octubre de 2008

NUBE

Ví una película: "Mujer con el arete de perla" donde se narra una parte de la vida en Delf (Holanda) del pintor Jan van Dermeer.
En una de las escenas, el pintor, le pregunta a la sirvienta, llamada Griet, asomándose ambos a la ventana y mirando al cielo
"¿De qué color es la nube?"
"Blanca" ella respondió. Pero corrigiéndose inmediatamente le dijo "No, no"
Esperó un momento, siguió mirando y al fin dijo: "Es blanca... y amarilla... y gris...."

Yo me quedé con ese diálogo y la imagen de la escena. Aunque muchas escenas son muy bellas en esta película. Pero me quedé también con la idea, con la pregunta...
Y tan pronto pude al día siguiente, miré al cielo y me pregunté "¿De qué color es la nube que ves?" Ví para un lado, para otro. Había varias nubes a mi alrededor y caí en la cuenta de que no es fácil decir de qué color es una nube.
¿Y de qué depende eso?
Pues de el tipo de nube de que se trate y de cómo le dé la luz.
Y supongo, también, del lugar desde donde cada uno mire. Esto quiere decir que el que está debajo de una nube equis, cualquiera, no la verá ni del mismo color, ni de la misma forma que el que está, digamos, un kilómetro más atrás o adelante de ella.

Y así también, he pensado son las cosas que nos pasan en la vida: Cada quien las ve como mejor le queda.
Esto lo anoto porque resulta que a veces, ¿muy a veces? queremos que nuestro punto de vista o nuestra postura, o nuestro parecer sea visto igual por todos. Cosa que no puede ser porque si comparamos esto con una nube, pues nadie ve las cosas del mismo color, aunque pasen al mismo tiempo.
No hay vuelta de hoja, las cosas, son de distinto color, como cada nube en el cielo.
Depende de cada uno de nosotros el no ser tan estrictos y querer ver todas las nubes (léase: cosas) de un solo color.








Chécate este Weblog sobre las nubes:
http://nubes.balearweb.net/post/259

jueves, 16 de octubre de 2008

LEVÁNTATE Y ALZA LA VOZ

MANIFIESTO MODELO PARA LOS EVENTOS
LEVÁNTATE Y ALZA LA VOZ
(El anfitrión del evento o una personalidad invitada daría lectura al siguiente texto)
Por favor les pido que se LEVANTEN contra la Pobreza
(Todos y todas se ponen de pie)
Nos levantamos junto a millones de personas en todo el mundo, en este día simbólico, el Día Mundial de la Alimentación (eventos del 16 de octubre), el Día Internacional para la Erradicación de Pobreza (eventos del 17 de octubre), para mostrar nuestro compromiso con la lucha contra la pobreza extrema y la desigualdad.
Nos levantamos porque nos negamos a aceptar más excusas en un mundo donde 50,000 personas mueren todos los días como consecuencia de la pobreza extrema y porque la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando.
Nos levantamos porque deseamos que nuestros líderes cumplan sus promesas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y les pedimos que vayan más allá de esas metas.
Nos sumamos en solidaridad con personas de más de 100 países para decir a los líderes de los países ricos:Les instamos a que cumplan con sus promesas en torno a la pobreza, la condonación de deudas, más y mejor ayuda, comercio justo e igualdad de género; a los líderes de los países más pobres:Les pedimos que su primera responsabilidad sea salvar las vidas de sus ciudadanos más pobres. Le pedimos que enfrenten la desigualdad, que rindan cuentas a sus pueblos, que gobiernen con justicia y equidad, que luchen contra la corrupción y que respeten los derechos humanos.
Hoy y todos los días, nos Levantaremos y Alzaremos la voz contra la pobreza.
Seguiremos la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y nos aseguraremos que nuestros líderes cumplan sus promesas.
No pedimos caridad sino justicia. Somos millones de voces alzándose juntas para decir: no más excusas, terminemos con la pobreza ahora.

martes, 14 de octubre de 2008

YO DECIDO CÓMO ME SIENTO

Buena frase para iniciar la semana...
Y así salió Gabriel de casa, con una buena frase en el bolsillo, en el pensamiento, en el ánimo.
La había oído desde temprano en el radio, cuando lo prendió y quiso oir las noticias del día. Esto, oir las noticias del día lo hacía diario, cuando se levantaba tan temprano para iniciar la jornada. Pero ahora no captó la estación que siempre tenía puesta. Quién sabe por qué estaba esa estación.
La frase la oyó y le pareció de lo mejor.
Iniciaba el día en un nuevo Departamento de la empresa en la que trabajaba desde hacía años. La oportunidad la había buscado, pero no se daba. En fin, la situación no era tan buena y después de cierto riempo decidió no insistir más y quedarse ahí, como un pez en el agua en la seguridad de que si no se movía, no pasaría nada. Pero la verdad, pronto se aburrió. Así es que empezó nuevamente su búsqueda de la oportunidad. Y la encontró.
Hoy se tendría que presentar ante su nuevo Jefe, al que ya había sido presentado días antes y por lo visto, le había caído bien.
"Yo decido cómo me siento" lo fue repitiendo todo el camino. "¿Y cómo me siento? Bien, alegre, animoso, es más, hasta ¡joven!" y sonrió sólo de pensarlo.
Fue cuando corrió a alcanzar la micro.
Subió muy rápidamente; apenas alcanzó a asirse del pasamanos cuando ésta arrancó.
Se fue metiendo lentamente, agarrándose de donde pudo. Pagó y quedó a la mitad del vehículo. Parado, junto a una mujer de edad que no podía acomodarse entre tanta gente, y la que lo pisó dos veces con un "perdón" de por medio y hasta en un enfrenón de la micro se le fue encima clavándole las afiladas uñas, sin querer, claro, y con otro "¡hay qué pena!"
Él sólo se repetía "Yo decido cómo me siento" y sonrió.
La micro volvió a frenar, ahora no tan brusco, pero sí hizo que todos los que iban de pie se fueran en un movimiento inercial hacia adelante. Después, el vehículo cayó en un bache, salió rápidamente de él y en esta maniobra hizo que los pasajeros primero cayeran y después en un movimiento reflejo, brincaran y algunos, como Gabriel chocaran sus cabezas contra el techo.
Luego, la caída... Uno encima de otro.
Gabriel apenas si pudo asirse, pero el peso de quien iba al lado de él lo soltó y golpeó en la mano derecha.
Gritos, mentadas de madre, llantos, y casi un linchamiento en plena mañana. Si no hubiera habido una patrulla por ahí, ¡seguro que al chofer le hubiera tocado una golpiza...!
Gabriel se levantó y se apuró a bajar. Tenía que llegar al trabajo. Ésa era su prioridad. Y se volvió a repetir "yo decido cómo me siento". Se sacudió la ropa, miró y paró un taxi.
Ahora sí, al trabajo.
Cuando llegó, apenas a tiempo, la mano ya iba demasiado hinchada y aunque no le dolía, prefirió no decir nada.
Inició su día y su nueva secre le preguntó si no se sentía mal, porque ella sí notó la mano, aunque él la escondía. "No, no. No es nada. Fue un pequeño golpe en la micro, pero al rato voy a la enfermería para que me revisen y me den un analgésico o algo contra la hinchazón. Si de hecho, me siento bien", dijo sonriendo más que forzadamente.
La secre no se la creyó. Avisó al Jefe. Y ahí fue Gabriel a la Enfermería.
El diagnóstico tuvo que esperar una radiografía. Y ésta reveló que se había fracturado el tercer metacarpiano y había que mandarlo al hospital para prevenir cualquier cosa.
Y ahí fue Gabriel: al hospital.
Al fin, salió, después de esperar toda la mañana. Con una receta, la mano y el brazo enyesados y una incapacidad por 45 días.
..................................................
Hoy es el día 23 de la incapacidad de Gabriel y aunque se ha repetido hasta el cansancio "Yo decido cómo me siento", en la compañia su puesto ya le fue ofrecido a otro y ahora, tendrá que volver a empezar desde donde estaba hace quién sabe cuántas semanas. "Lo importante", le dicen sus padres "es que no te hayan corrido".
Él ya sólo sonríe por fórmula y la verdad, ya no sabe cómo se siente.

domingo, 12 de octubre de 2008

NO ENTIENDO....


Pienso que porque publico más o menos de manera constante en esta página, ya domino algunos elementos
¡Pues no!
Ya me cansé de querer entender esta tecnología. He decidido que si la quiero entender, debo estudiarla....
¡Oh! sólo de pensarlo me duele la cabeza.
Pero también he decidido que intentaré entender cada vez que entre por aquí cómo funciona, un elemento a la vez.
Es mi gran decisión: sólo un elemento a la vez.
Y si cuando vuelva a abrir la página, y lo quiera reutilzar, y no me acuerdo, ¡pues ya qué! Volveré a aprender.
He dicho (bueno, más bien, he escrito)

viernes, 10 de octubre de 2008

BUENAS NOTICIAS/MALAS NOTICIAS

De eso está hecha la vida.
De ires y venires. De alegrías y de tristezas. De encuentros y desencuentros. De amores. De odios. De risas. De seriedades. Y así podría yo enumerar hasta el infinito.
Mi ánimo no es de lo mejor el día de hoy, pero lucho contra mi misma para seguir adelante y poder vivir el momento, a todo lo que da, aún en estas circunstancias.
Con este ánimo, salí disparada porque oí el camión de la basura.
Tenía que tirarla, de eso estoy segura puesto que no tuve ánimos de levantarme temprano cuando oí al que barre las calles y luego a él le doy las bolsas (claro, propina de por medio) Pero hoy no lo hice.
La gripe no me lo permite.
Y pensé en estar al pendiente a la hora que pasara el camión recolector para sacar toda la basura acumulada en la semana. Pues tampoco lo hice.
Pero me asomé a la calle y ví algo que ya me alegró el día: los retoños en un árbol.
Son tres.
Pequeñitos, indefensos pero fuertes a la vez. En tonos rojos, verdes, morados que se atreven a desafiar a la vida y mostrarse tal cual son, libres. Y que al mismo tiempo me enseñan un hecho: que todo se renueva, que todo se acaba para dar paso a lo nuevo porque ése es su derecho: estar aquí como una demostración diaria del milagro de convertirse en lo bello.
¿Y por qué el gusto? Si es tan normal que los árboles retoñen.
Pues simplemente porque este árbol es especial para nosotros, para mi familia.
Creció con nosotros, fuera de mi casa, pero con nosotros.
Y creció tanto que se convirtió en un peligro para "la comunidad". Y fue cuando una comisión de vecinos decidió ponerse en guardia y se obstinó ante las autoridades delegacionales para que lo quitaran. Yo me opuse, pero con una sola vez que lo manifesté, comprendí que lo mejor era callarme. En fin, que los vecinos consiguieron lo que quierían: que el árbol fuera talado. Pero yo logré algo: que dejaran su base sin arrancar. Esto es, que dejaran un tronco como de medio metro de altura argumentando que serviría para que la gente llegara y se sentara en él ¡Imagínate lo ancho de su tronco! (como 1 metro de diámetro).
Pues eso lo hice pensando en que no era justo matar a un árbol que tanto había hecho por nosotros. Nosotros en este caso no sólo es mi familia: somos todos. E incluyo a los pajaritos, a los insectos. Y esto es lo que los humanos que habitamos en las ciudades no les agradecemos a los árboles de nuestros entornos. Y a cada planta que por ahí nace. No les agradecemos que podamos seguir respirando y como pago, como verdaderos vándalos, exigimos que se talen, que se arranquen sin piedad esos seres que nos ayudan a vivir y que ¡quién sabe qué cosas nos dijeran si pudieran hablar!
Lo importante es que los retoños ya están ahí. Ahora, habrá que cuidarlos para que crezcan y se hagan fuertes. Ya veremos.
Estaba yo en esas disertaciónes cuando se me comunicó una mala noticia: la muerte de un joven de 38 años, padre de dos hijos, activo, exitoso. Murió de un infarto en su casa. A la mitad de la noche. Simplemente se sintió mal, bajó a tomar una pastilla, y no volvió a su cama. Su esposa lo encontró muerto.
Y vuelvo al inicio de este post. La alegría de la vida ejemplificada en tres retoños se contrapone a la tristeza de la muerte en un joven, muy joven.
Y por ahí vamos, caminando, enfrentando nuestras contraposiciones.

jueves, 9 de octubre de 2008

NOCHE


La Ronda de Noche
nombre con el que se conoce popularmente este lienzo de Rembrandt, fue pintado en 1642 por encargo de una compañía de arcabuceros voluntarios, los kloveniers, destacados miembros de la ciudad que servían en la milicia urbana.
Verdaderamente, el título del cuadro no es correcto.
Fue el crítico Joshua Reynolds el que se lo atribuyó, ya que el cuadro estaba sucio y parecía que la escena ocurría de noche. En realidad la escena transcurre en el día, pero los miembros de la milicia salen de un arco que está en la oscuridad y un potente rayo de sol los ilumina.

El origen de este título surge de una equivocación de interpretación, debida a que, en el siglo XIX, el cuadro estaba tan deteriorado y oscurecido por la oxidación del barniz y la suciedad acumulada, que sus figuras eran casi indistinguibles, y parecía una escena nocturna. Después de su restauración en 1947 (terminada la II Guerra Mundial), cuando se eliminó este barniz oscurecido, se descubrió que el título no se ajustaba a la realidad, ya que la acción no se desarrolla de noche sino de día, en el interior de un portalón en penumbra al que llega un potente rayo de luz que ilumina intensamente a los personajes que intervienen en la composición.
Y a los que aquí pongo ¿se les haría de noche y a pesar de eso, publicarían ya? o ¿apenas vienen "saliendo del arco" y veremos con ellos la luz?:
www.nataliamass.blogspot.com
www.alecuijedrama.blogspot.com
www.namabaga.blogspot.com
www.deliriosdeorizschna.blogspot.com
www.alonso6665.blogspot.com
www.itaka-666.blogspot.com
www.tugitana.blogspot.com

miércoles, 8 de octubre de 2008

POEMA 20

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda

viernes, 3 de octubre de 2008

NO SÓLO SON COSAS

a 3 de Octubre de 2008
Querido:
¿Cuánto tiempo llevamos juntos? ¡Qué importa! Lo que importa es que hemos sido felices y hemos compartido cosas, hemos intercambiado cosas y hasta nos hemos devuelto cosas.
Las relaciones, de eso estoy segura, se construyen de muchas cosas que cuando se ven a la distancia hasta parecen importantes.
¡Cómo no recordarte cuando te conocí! Cómo no recordar tu atención al extenderme la mano y ayudarme a bajar del taxi en que venía cargada de bolsas. Y tu sonrisa. Y tu mirada. Y mi sorpresa al pagar tú el taxi ¿por qué lo hiciste? siempre me lo he preguntado, te lo he preguntado y tú nada más me contestaste "no te fijes en esas cosas".
¡Cómo no me iba yo a fijar si ni siquiera te conocía!
Y cómo no recordar los momentos posteriores, que se hicieron cada vez más seguidos y prolongados en donde tú hacías gala de tu educación y atención y yo, quedaba cada vez más sorprendida.
Si me pongo a recordar, tendré que mencionar tus hermosos regalos, de muy buen gusto: el libro de arte sobre El Prado, el marcador de libros de plata con mi inicial hecha a mano y finamente bañada en oro, la pluma fuente que ví en un aparador y que me trajiste después de haberte mencionado que me gustaría firmar con ella. Y luego la sorpresa al abrir una gran caja de chocolates, con uno solo marcado y en donde había unos hermosos puntos de brillantes que después complementaste con la esclava finísima de oro blanco.
Querido, todo eso y más cosas fuiste sumando a mi vida: el viaje a las islas griegas y luego a Egipto, el pastor inglés que en casa alegra muchas de mis tardes, la escapada a Guanajuato para oir a la Sinfónica y después el regreso para cenar en "La Noria"; el gran moño de más de un metro de alto que tenía bajo sí el auto en el que ahora me transporto y que ni siquiera sufro en manejar porque le pusiste chofer.
Querido, no sólo son cosas las que me unen a ti.
Preguntarás si te quiero.
¡Claro!
¿O es que lo dudabas?